Al día siguiente después del amanecer llegaron dos deslizadores con cinco hombres de Anakin con muchas herramientas. Padme les ofreció una taza de café recién hecho, pero ellos se rehusaron amablemente.
Padme se imaginaba que probablemente, Anakin les había ordenado a sus hombres en que no la dejaran hacer nada, y se lo habían tomado muy en serio. Las órdenes de Skywalker no se desobedecían si uno quería seguir trabajando con él, su ordenes eran absolutas en el taller mecánico como lo fue en las guerras clones.
Padme después de semanas por primera vez se encontraba sin hacer nada. ¿Cómo iba a llenar las horas, sin le impedían en trabajar en su propia cabaña? Anakin llegó un poco antes de la hora acordada, pero Padme, que ya estaba lista desde hace más de una hora, salió a recibirlo en el porche. Él se detuvo en los escalones y la miró de arriba abajo con aprobación.
Muy bien -murmuró lo bastante alto como para que ella lo escuchara.
Ella tenía un aspecto que debía tener siempre: fresco y elegante, con un vestido azul pastel largo y sencillo. Llevaba el cabello castaño recogido con una cola de caballo. Anakin percibió la fragancia turbadora de su perfume, y su cuerpo empezó a acalorarse. Padme era distinguida y aristocrática de los pies a la cabeza tanto en persona como en lo fue en sus días como senadora. Anakin tenía el deseo de poder quitarle las prendas una por una y tumbarla desnuda sobre su cama. Ese era el aspecto que debería tener siempre ella.
Padme caminó justo a él hacia el deslizador, pensado aliviada. Anakin cuando era caballero jedi o ahora que era mecánico su vestimenta era reservada, pero cuando la ocasión lo requería, podía vestir tan bien como un senador. Anakin llevaba un deslizador de última generación de color gris oscuro, una belleza resplandeciente que a Padme le recordó a su nave personal que vendió para conseguir dinero tras la muerte de su padre.
Dijiste que tus hombres iban ayudarme -dijo ella sin inflexión unos minutos después, mientras Anakin tomado el desvío- No que se encargarían de todo
Van a hacer el trabajo duro -comento él.
Cuando el techo esté reparado y hayamos reparado las tuberías, podré arreglármelas yo sola -dijo ella algo molesta.
¿Y qué me decir de hacer las demás reparaciones, te falta muchas cosas que hacer a la cabaña? No puedes hacerlo sola -dijo él dándole una apuñalada con sus palabras a Padme ya que tenía razón.
Ella juntó las manos sobre el regazo, pensado que Anakin tenía mucha razón, pero tampoco quería deberle más a Anakin.
Se que no puedo hacerlo yo sola, pero puedo ayudar -dijo ella con una voz molesta.
Lo pensaré -respondió él, sin comprometerse, aunque sabía que no se lo permitiría de ninguna manera. ¿Qué podía hacer ella? Aquel era un trabajo duro, sucio, pesado e incluso cruel. Con trabajo podría hacer reparaciones sencillas a la cabaña, ella no podía hacer los trabajos pesados que eran para más de un hombre.
Es mi cabaña -le recordó ella con voz gélida- O ayudo, o se acaba el trato
Anakin no dijo nada. No tenía ningún sentido en ponerse a discutir otra vez con ella. Sencillamente, no la dejaría hacerlo, y se acabó. Ya luego se vería con ella cuando llegara el momento, aunque en realidad no esperaba que ella resistiera mucho. Se daría cuanta ella que era imposible que le gustara las arduas tareas que había estado haciendo, aunque era demasiado orgullosa para reconocerlo.
Todo el trayecto hasta la cuidad de Theed, le llevaría máximo dos horas, y ya paso media hora sin que ninguno de los dos abriera la boca.
Padme veía entre rato a Anakin sin que él se diera cuenta, pensaba que quizás, si hubiera sido más madura, o si se hubiera encontrado más segura de sí misma, las cosas habrían sido distintas. ¿Qué habría pasado si no hubiera iniciado aquellos años de hostilidades? ¿Y si hubiera intentado que Anakin se interesara por ella en vez de ahuyentarlo? ¿Hubiera sido posible que un jedi y una senadora estuvieran junto?
ESTÁS LEYENDO
Corazón Roto
FanfictionPadme Amidala acaba de regresar a su planeta natal Naboo tras la muerte de su padre lo cual dejo a su familia de herencia una cabaña en los país de los lagos y un montón de deudas. Pero lo peor de todo era que la mayoría de esas deudas eran con el p...