Capítulo 13

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Durante la cena, se encontró extrañamente relajada; de alguna manera le parecía natural estar allí, con él, como si de pronto el mundo hubiera asumido el orden natural de las cosas. El azoramiento de esa mañana había desaparecido, quizá debido a la presencia de Anakin. Trespeó y Artoo los acompaño en la cena y eso le dio oportunidad de conocerlo mejor y llenaban el silencio, haciéndolo menos incomodo.

Después de la cena, Anakin le dio un rápido beso y una palmada en el trasero.

Acabaré tan pronto como pueda. ¿Podrás entretenerte sola un rato? -pregunto con una sonrisa.

Padme sintió una súbita irritación que le hizo decidirse.

Yo me quedo contigo -dijo con decidida.

Él suspiró y la miró fijamente.

Ángel, si te quedas conmigo, no seré capaz de hacer nada -dijo él apenado.

Ella le lanzó una mirada de indignación.

Eres el mayor egoísta que conozco, Anakin Skywalker. Vas a trabajar, y vas hacerlo porque tienes que enseñarme qué es lo que haces para que pueda encargarme de llevar los libros de contabilidad del taller -dijo ella molesta.

Yo no soy egoísta -dijo él pareció repentinamente desconfiado.

Y tampoco quería que tocara sus libros de cuentas. Podía hacerlo dicho en voz alta, porque de todos modos Padme se dio cuenta por su expresión.

Me das algo que hacer, o me voy a la cabaña ahora mismo -dijo llanamente, mirándolo con los brazos en jarras.

¿Pero qué sabes tú de contabilidad? -pregunto él con curiosidad.

Fui reina y senadora de Naboo la contabilidad era uno de mi trabajo que tenía que llevar muy bien para nuevos proyectos para ayudar las personas más afectadas por la guerra -dijo, con la intención de que Anakin. Como era obvio que no le permitiría de buen gusto que se quedara con él en el despacho, Padme pasó a su lado y echó a andar por el pasillo sin él.

Padme, por favor -murmuró, irritado, siguiéndola.

¿Se puede saber por qué no quieres que me ocupe de algo cuando menos? -preguntó ella, sentándose en la silla del enorme escritorio.

No te he traído aquí para que trabajes. Quiero cuidar de ti -comento él.

¿Y crees que aquí corro algún peligro? ¿Te parece que el lápiz es demasiado pesado para que yo lo sostenga? -dijo ella cada vez más molesta.

Él la miró con el ceño fruncido, deseando quitarla de su silla.

Pero ella lo miraba con ojos brillantes, y su mentón tenía un gesto adusto y desafiante que evidenciaba que estaba dispuesta a luchar. Si la presionaba, seguramente volvería a aquella cabaña vacía y oscura. Podía retenerla allí a la fuerza, pero no quería hacerlo. Quería que se encontrara a gusto, que fuera complaciente y cariñosa con él, no que lo arañara como un gato salvaje. Qué demonios, al menos allí corría menos peligro que subiendo al techo o reparando algo ella sola. Y él podría volver a revisar los libros por la noche.

De acuerdo -gruño.

Qué generoso eres -dijo Padme dirigiendo una mirada burlona.

Esta noche estás un poco sarcástica -musitó él, sentándose- Quizá debería haberte hecho el amor antes de cenar, después de todo. A lo mejor así estarías menos rabiosa

Lo que yo digo, el mayor egoísta del mundo -dijo ella lanzándole una mirada altanera, la que hasta ese momento siempre lo había enfurecido.

A Anakin se le ensombreció el semblante, pero logró controlarse y tendió la mano hacía un montón de facturas, recibos y notificaciones.

Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora