Capítulo 09

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Momentos más tarde, mientras se vestía repasaba los hechos de la mañana.

¿Tomas la píldora? -pregunto él.

No -contesto ella.

¿Cuánto falta para que tengas la regla? -pregunto con curiosidad.

Poco. No te preocupes. Hoy no estoy en periodo fértil -contesto con clama.

Ya. Será mejor que vayas a que te receten la píldora -comento él.

No puedo tomarla. Ya lo intenté. Y me pasaba todo el día vomitando, como si estuviera embarazada -dijo ella dando un suspiro.

Entonces, tendremos que pensar en otra cosa. ¿Quieres ocuparte tú, o prefieres que lo haga yo? -pregunto volviéndola.

Padme no dejaba de recordar aquella conversación; Anakin no podía haber dejado más claro que quería que su relación durara. Se había comportado con tanta naturalidad que Padme no había reparado en ello hasta ese momento, pero ahora se daba cuenta de que al decir que ella se encargaría, había reconocido y aceptado su derecho a hacerle el amor.

No se dio cuenta hasta que él la beso y se marchó en su deslizador mientras en sus ojos había un brillo de satisfacción que no tenía que ver con el placer físico.

Padme tenía que revisar un poco de papeleo y se obligó a concentrarse en la tarea, pero solo consiguió aturdirse más aún. El montoncillo de facturas sin pagar crecía cada vez más, y no sabía cuánto tiempo podría seguir dándoles largas a sus acreedores.

Debía conseguir créditos antes de renta la cabaña, pero no tenía dinero para pagar en hacerle mejorar interior de la cabaña. Podía preguntarle a Anakin de cómo hacer las mejoras sin gastar tanto dinero, pero este aprovecharía la ocasión para repetirle que no podía hacerlo ella sola.

El comunicador de Padme sonó, y contestó distraídamente.

Padme, mi amor... -hablo Rush al otro lado de la línea.

Sintió una náusea y apretó el botón, cortando la comunicación. Le temblaban las manos cuando colgó el aparato. ¿Por qué no la dejaba en paz? ¡Habían pasado dos años! Tiempo suficiente para que superara aquella obsesión enfermiza.

Su comunicador volvió a sonar de nuevo, atronando sus oídos una y otra vez. Contó las llamadas con una especie de angustia helada, preguntándose cuándo dejaría de llamar, o si sus nervios estallarían primero. ¿Y si seguía llamando? Tendría que marcharse de la cabaña, o se volvería loca. Contestó cuando el comunicador sonó por decimoctava vez.

Querida, no me cuelgues otra vez, por favor -susurró Rush- Te quiero tanto. Tengo que hablar contigo o me volveré loco

Padme tenía los labios tan rígidos que apenas pudo formar las palabras.

Por favor, déjame en paz. No quiero hablar contigo -dijo Padme temblando de miedo.

No digas eso. Sabes cuánto te quiero. Nadie te ha querido como te quiero yo -dijo dando palabras de amor enfermizo.

Lo siento -logró decir ella.

¿Qué es lo que sientes? -pregunto él.

No voy a hablar contigo, Rush. Voy a colgar -contesto ella con miedo.

¿Por qué no podemos hablar? ¿Es que hay alguien contigo? -volvió a preguntar con desesperación.

La mano de Padme se quedó paralizada, incapaz de apartar el comunicador de su vista y colgarlo.

Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora