Capítulo 11

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La cabaña volvía a parecer a lo que fue hace muchos años, con toda aquella actividad y el polvo, los olores y las palabrotas que llenaban el aire. En otro tiempo, Padme habría arrugado la nariz ante todo aquello, pero ahora toda aquella actividad le parecía la señal de nueva vida, para ella misma.

Al segundo día, Rex le llevó el deslizador tras que Echo llevaba otro deslizador para que regresaran al talle de Anakin. Padme apenas consiguió mirar a Rex cuando este le entregó las llaves, a pesar de que a él no le parecía extraño que fuera a agarrar el deslizador de Anakin.

Después de conducir durante tanto tiempo el viejo deslizador, a la potencia y la fiabilidad del deslizador de ultima generación. Tuvo mucho cuidado en el largo viaje a Theed. Le resultaba duro pensar que alguna vez se había sentido indiferente de los carísimos naves y deslizadores que había tenido, pero recordaba el poco cuidado que había tenido con la nave que su padre le regaló cuando cumplió dieciocho años. La cantidad de créditos que representaba aquella pequeña máquina no le había causado ninguna impresión.

Todo era relativo. En aquel entonces, los créditos que costó la nave no le parecieron gran cosa, tampoco cuando fue reina y senadora su nave personal había costado más. Si lo tuviera ahora, sentiría rica.

Firmó los papeles en el despacho del abogado y regreso de inmediato, porque no quería quedarse con el deslizador más tiempo del necesario.

El resto de la semana transcurrió en calma, a pesar de que deseaba que Anakin se comunicara con ella para decirle cuando regresaría. Los dos días se había convertido en cinco, y no conseguía refrenar las dudas que la asaltaban, atormentándola, en cuanto se descuidaba. ¿Estaba con otra mujer?

Aunque se había ido por asuntos del consejo jedi, las mujeres lo acosaban, y no se pasaría todo el día en el templo jedi. A ella no le había hecho ninguna promesa; era libre para acostarse con otra, si le apetecía. Sin embargo, por más que se lo repetía, la idea de que pudiera estar con otra no dejaba de mortificarla. Pero, si Anakin no la llamó, tampoco lo hizo Rush. Durante un tiempo, Padme temió que empezara a llamarla de forma regular, pero su prolongado silencio la tranquilizaba, agradecía profundamente que Rush la hubiera dejado de molestar.

El viernes por la mañana, los hombres no aparecieron. Ya que tenia trabajo pendiente en el taller. Padme puso una lavadora y se pasó toda la mañana cortando el césped. Estaba empapada de sudor cuando a mediodía entró a la cabaña para hacer un bocadillo. Reinaba un extraño silencio. O quizás solo se lo parecía porque llevaba toda la mañana afuera, tenía mucha sed, jadeando, abrió el grifo y dejo que corriera el agua mientras sacaba un vaso del armario. Pero solo Salió un chorrito de agua, que se agotó casi enseguida. Frunciendo el ceño, Padme cerró el grifo y volvió abrirlo. No ocurrió nada. Lo intentó con el agua caliente y nada.

Gruñendo, se apoyo contra el fregadero. Justo lo que le hacía falta; que la bomba del pozo se rompiera. Tardó unos segundos en relacionar el silencio de la casa con la falta de agua, y entonces se enderezó lentamente. Apretó con desgana el interruptor de la luz. Nada. Le habían cortado la electricidad. Por eso había tanto silencio.

Se dejó caer en una silla, respirando con dificultad. había olvidado el último aviso. Lo había puesto en el cajón y se había olvidado de él, distraída como estaba por Anakin y la repentina actividad en la cabaña. Aunque de poco servía aquella excusa, se dijo. De todos modos, aunque se hubiera acordado, no tenía créditos para pagar la factura.

Habría de ser práctica. La gente había o sigue viviendo sin electricidad, así que ella también podría. Cocinar quedaba descartado; la cocina, el horno y el microondas eran eléctricos, pero de todas formas no era una buena cocinera, así que poco importaba. Podía alimentarse sin necesidad de cocinar. La nevera estaba vacía, salvo por unos cartones de leche y unas cuantas sobras de comida que le mando su madre. Al pensar en la leche recordó que estaba sedienta, así que se sirvió un vaso de leche fría y volvió a guardar rápidamente el cartón en la nevera.

Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora