Capítulo 10

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Esperaba que Anakin se encontrara entre los hombres que acudieron a su propiedad al día siguiente, llegando en su deslizador, para ayudar a sus hombres, y aguda punzada de desilusión la atravesó al ver que no había llegado.

Luego, cuando salió ayudar en lo que pidiera, el entusiasmo se impuso a la desilusión. Nunca había hecho nada semejante con anterioridad y, por corta que fuera la salida, se sentía excitada como una niña, con la cara resplandeciente, cuando salió corriendo y se detuvo frente a los hombres.

Quiero ayudar -anunció ella, y sus ojos marrones brillaron al sol temprano de la mañana. Se sentía rebosante de energía.

Rex, un veterano capitán clon que dirigió la aclamada Legión 501, sirvió como segundo al mando del General Jedi Anakin Skywalker, la miró con la consternación pintada en el rostro. El general era igual como el campo de batalla como en su taller, si daba una orden precisa se debía cumplir, y ahora una de las ordenes que le había dicho a él y a sus hermanos que no permitir que Padme hiciera ningún trabajo, lo cual resultaba bastante extraño. Rex no recordaba que el general hubiera deseado nunca que alguien no trabajara.

Pero las órdenes eran las órdenes, y los hombres que valoraban su trabajo no ignoraban las del general.

En realidad, no esperaba encontrar ningún obstáculo para ponerlas en práctica. Por algún motivo, no se imaginaba a la elegante ex senadora Padme Amidala trabajando en construir y reparar, y menos aun dando brincos de alegría por la sola idea de hacerlo. Ahora, ¿Qué iba a hacer? Se aclaró la garganta, sin ganas de hacer algo que pudiera borrar la hermosa sonrisa de Padme, pero con menos ganas aún de meterse en un lío con Anakin.

De pronto, se le ocurrió una idea y miró a su alrededor.

¿Tienes una nave de carga, necesitamos buscar algunos materiales? -preguntó, entregándole una lista la cual Padme agarro.

Rex sabía que no lo tenía. La cara resplandeciente de Padme se ensombreció, y luego volvió a iluminarse.

Llevaré mi deslizador -dijo, y corrió hacia donde tenía su deslizador.

Atónito, Rex la vio alejarse, mientras los hombres que lo acompañaban se burlaban de él, de como una senadora le dio la vuelta a la situación.

¿Y ahora qué? No podía sacarla del deslizador a la fuerza y decirle que se quedara en casa. Ni siquiera creía que estuviera dispuesta en aceptar órdenes de nadie, y además tenía la impresión de que el general se comportaba de manera muy posesiva con ella. Rex siguió trabajando en poner la base para la reconstrucción del almacén. El general no permitiría que otro hombre se acercara a su mujer, y el instinto de posesión hacia ella fue en el momento que se conocieron por primera vez, por lo que el general le había contado en una de sus tantas borracheras en los días de la guerra.

No, no pensaba obligar a aquella mujer a hacer nada y arriesgarse a que el general Skywalker le arrancara la cabeza por dejarla trabajar. Si tenía que elegir, prefería que el jefe se enfadara porque no hubiera seguido sus órdenes.

El general Skywalker podía irse al infierno. Por lo que Rex estaba de acuerdo con su novia Ahsoka cuando hablaron hace unos días, es que Padme podía hacer lo que se le antojara.

Quitarse de encima la carga de hacerlo todo ella sola hacía que Padme lo viera de forma distinta.

Padme regresaba de la ciudad Theed con los materiales que le encargo Rex, disfrutaba del sol, de la brisa refrescante y de la hermosa vista de la naturaleza. No paso mucho tiempo cuando llego a su cabaña, unos de los trabajadores de Anakin se ofrecían amablemente de bajar las cosas más pesadas, ella le dijo que los ayudaría, no importaba si pesaban o no. Pronto se acostumbró a descargar el material más pesado ella sola, deseaba que la volviera a mandar a buscar más material, solo por el placer de sentir de podía hacer algo más que mirar.

Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora