Capítulo 18

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¡Ama Padme, la llaman por el comunicador! -dijo Trespeó.

Padme, que acababa de llegar, iba de camino al piso de arriba para darse una ducha. Entró en el despacho para contestar el comunicador allí. Tenía la mente puesta en su cabaña; estaba en perfectas condiciones, y Anakin había organizado para que la rentaran, lo más pronto posible.

Hola -dijo distraídamente. Un escalofrío le recorrió la espalda- ¡Hola! -repitió, casi gritando y apretando el comunicador hasta que los nudillos se le pusieron blancos.

Padme... -un susurró se escuchó el otro lado de la línea.

Su nombre sonó en un susurro, pero ella lo oyó, lo reconoció.

No -dijo, tragando saliva convulsivamente- No vuelvas a comunicarte

¿Por qué me haces esto? -pregunto Rush con desesperación.

¡Déjame en paz! -gritó, y corto bruscamente la comunicación. Le temblaban las piernas, y se apoyó en el escritorio tomar aire. Estaba asustada. ¿Cómo había dado Rush con ella? Por la fuerza, ¿Qué haría Anakin si descubría que estaba acosándola otra vez? Se pondría furioso. Más que furioso. ¿Qué pasaría si Rush llamaba otra vez y respondía Anakin? ¿Preguntaría Rush por ella, o guardaría silencio?

El silencio inicial de aquella llamada le recordó las que había recibido poco antes. Todas esas le habían producido la misma sensación de horror. Entonces, comprendió que había sido Rush quien las había hecho.

No entendía por qué no había hablado, pero de repente estaba segura de que era él quien la había intentado comunicarse con ella. ¿Por qué no se le había ocurrido antes? Rush disponía de medios para hacer que siguieran su pista, y estaba lo bastante enfermo y obsesionado como para hacerlo. Sabía dónde estaba, sabía que estaba con otro hombre. Padme sintió una náusea, pensado en sus ataques de celos. Era perfectamente capaz de ir a buscarla para apartarla del hombre al que sin duda consideraba su rival.

Habían pasado más de dos años, y no había conseguido librarse de él.

Pensó en presentar una denuncia contra él por acoso, pero Anakin se enteraría. No quería que lo supiera; su reacción sería demasiado violenta, y Padme no quería que se metiera en problemas con la orden jedi por su culpa. Sin embargo, no pudo ocultárselo.

De repente, él abrió la puerta del despacho, con una expresión inquisitiva en la cara. Trespeó debía de haberle dicho que la habían llamado, lo cual era lo bastante raro como para despertar su curiosidad. Padme no tuvo tiempo de componer el semblante. Anakin se detuvo, mirándola fijamente.

Ella sabía que estaba pálida y demudada. Vio que sus ojos se dirigían lentamente hacia el comunicador. A Anakin, nada le pasaba desapercibido; era casi imposible ocultarle algo. Padme habría podido intentarlo si hubiera tenido tiempo de recobrar la compostura, pero ya solo podía quedarse inmóvil bajo su mirada. ¿Por qué no se habría quedado Anakin en el taller cinco minutos más? Ella se habría metido en la ducha y habría tenido tiempo para pensar.

Era él, ¿Verdad? -preguntó Anakin sencillamente.

Padme se llevó la mano a la garganta y lo miró asustada. Anakin cruzó la habitación rápidamente y la agarró por los hombros.

¿Qué te ha dicho? ¿Te ha amenazado? -preguntó Anakin preocupado.

Ella sacudió la cabeza, aturdida.

No. No me ha amenazado. No es lo que ha dicho. Es solo que no soporto oír... -se le quebró la voz, e intentó darse la vuelta, temiendo perder el control.

Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora