CAPITULO XXVIII

686 77 22
                                    

LAUREN POV:

El día del concierto.

—¿Aquí solo admiten a burgueses? —Pregunté.

—Si tienes dinero para pagar tu entrada, te admiten —Camila susurró a mi lado. Discretamente entrelazó su brazo con el mío para guiarme, íbamos detrás del señor Crowe que le daba su mano a su madre —Pero tener un título hace que tu trato sea cordial. 

Estaríamos en los lugares de arriba, creo que son exclusivos o algo así. Los humanos hacían todo exclusivo.

Muchos hombres nos miraban con morbo, pero ella solo seguía caminando y yo no podía ocultar mi incomodidad. No sabía cómo soportaba ese tipo de insinuaciones tan seguido. En el pasillo había menos gente, pero aun así la situación era la misma. Caminamos unos minutos, yo no decía nada en todo el camino; Camila solo saludaba y recibía condolencias mientras yo miraba la horrible dentadura de la mayoría que la saludaban.

Intuía que había hechiceros mezclados entre ellos. Su forma física era diferente en muchos aspectos; su olor, dentadura, la textura de su piel, su aliento, su postura, incluso su manera de mirar... Había muchas diferencias que me hacían tener temor de estar ahí.

Pero fue cuando una mujer de piel extremadamente blanca, pasó a mi lado y me miró de pies a cabeza. Su presencia fue tan hostil, que incluso Camila susurró en mi oído.

—Ignora las miradas.

Yo no podía ignorar la presencia de quienes yo creía que eran hechiceros. Este no era mi mundo, era el suyo desde el momento en que se les dio libertad para estar en el sin vigilancia de las hadas y sabía que debía seguir sus reglas.

Aunque algo me decía que ellos eran el peligro que menos importaba.

—Siéntate a mi lado —Volvió a susurrar, simplemente lo hice. Yo estaba a su derecha.

Pude notar que eran cuatro asientos y había más asientos alejados de nosotros. Nos mantenían divididos.

—Señorita Rossini, Camila me dijo que usted era una mujer de intereses muy particulares —El señor Crowe me dijo intentando hacerme hablar y yo solo asentí. Lo primero que pensé fue mi gusto hacía las mujeres.

—Admiro lo extravagante para muchos —Fue lo primero que salió de mi boca, tratando de fingir el acento que Camila me dijo.

—Lo extravagante para mí no existe. ¿Te dije que una vez comí caracoles crudos porque quería sentir algo suave en mi boca? —Dijo la señora Crowe, quise reír por la cara de su hijo, pero Camila me golpeó muy leve para que no lo hiciera.

—¿Y a qué saben? —Su rostro se iluminó, creo que casi nadie le hace plática sobre lo que ella cuenta. Algo estaba mal en su mente, era obvio; pero quería saber el porqué. Camila me dijo que ella no era así, o al menos no cuando la conoció siendo una niña.

Yo ya conocía su sabor, gracias a una broma de Dmitri…

Escuché pasos, muy fuertes, una energía pesada pero no poderosa. Ya lo había olido antes...

André.

—¿Quieres algo de beber? —No sé por qué Camila se ha estado dirigiendo a mi susurrando.

—No, muchas gracias. ¿Tú sí? —Ella negó.

—Quiero que ya empiece para no tener que hablar con los presentes —Reí levemente y en eso ella extendió su abanico tapando su boca. Hice lo mismo.

—Es que eres muy conocida —Ella negó, era divertido hablar en secreto. Me sentía "interesante" escondiéndome detrás de un abanico.

—Solo llevas unos minutos aquí y ya eres tema de conversación —¿Qué?

La Primogénita (Camren) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora