CAPITULO XVIII

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Las diferentes criaturas de Paradise paseaban libremente acompañadas de algunas hadas. Últimamente no habían castigos en la entrada del reino y eso los mantenía más tranquilos.

Algunas hadas miraron a Lauren con curiosidad, hace años que no veían a los hermanos Rossini y ahora era común ver a al menos uno pasear. Eran los únicos que habían salido de Paradise para ir a la tierra de los humanos.

Su rey lo había prohibido, muchos creían que era para protegerlos pero en realidad era por sus propios intereses.

Lauren estaba un poco alterada, quería ver a su hermano pero sabía que no podía hablar de sus encuentros con Camila. Nadie podía saberlo.

– ¿Lauren? – Escuchó una voz femenina que la llamaba a sus espaldas por los pasillos y detuvo sus pasos en busca de Dmitri.

Cuando giró pudo ver a su antigua compañera.

– ¿Keana? ¿Cuánto tiempo? – Le dijo con una sonrisa mientas se acercaba a ella y la abrazaba fuertemente. Ese acto hizo suspirar a Keana.

Lauren era una mujer muy hermosa y eso no pasaba desapercibido.

– Escuché que estabas fuera de Paradise junto Dmitri – Lauren asintió mientras hacía una mueca.

– Si, es... interesante estar lejos de casa – Caminó lentamente mientas Keana la seguía – El rey pide cosas muy extrañas.

– Lo sé – Soltó una risita – ¿Cómo haz estado? ¿Qué tal el otro mundo?

– No podría estar mejor – Recordó el rostro de Camila – Los humanos son interesantes, hay cosas que no entiendo y veo absurdas pero tienen cosas maravillosas. La comida por ejemplo, ¿y tú? ¿Qué tal Paradise?

– Lo mismo de siempre, más y más castigos en la entrada del Palacio, por cierto ¿Cómo sigues de tus heridas? – Preguntó Keana con una mueca, ella vió cuando recibió los latigazos y quiso ayudar pero no le permitieron entrar.

– Ally me ayudó a sanar a mi y a Dmitri, casi no hay marcas – Se encogió de hombros – Fue bueno hablar un poco contigo, espero verte de nuevo – Se detuvo en la puerta de la habitación de Dmitri.

– Espero lo mismo – Se acercó a darle un abrazo, Lauren extrañó a su amiga, pero no sé arrepentía de haber aceptado irse de su hogar.

Jamás hubiera conocido a Camila.

Cuando Keana se había ido ya que ambas iban a habitaciones diferentes, Dmitri ya estaba en la puerta mirando con el ceño fruncido a su hermana, pudo sentirla al llegar y estaba muy molesto. No lo había visitado en semanas.
–- Podría estar muerto y tú sin saberlo – Se hizo a un lado dejando entrar a Lauren que solo rodó sus ojos.

– No había tenido tiempo para venir a verte, deja los dramatismos para mí – Se puso enfrente de él y abrió sus brazos haciendo un puchero – ¿Perdón? – Dmitri suspiró mientras correspondía su abrazo. La había extrañado – ¿Noticias nuevas?

El rostro de Dmitri se transformó a una mueca, eso era una mala señal.

– Hubo ataques – Lauren lo miró confundida, los últimos ataques fueron hace años y ellos aún no nacían, son unas hadas muy jóvenes – Tres caídos – Ella abrió sus ojos pensando en que había pasado, las hadas son pacíficas entre ellas y no podían ser hechiceros, si en el mundo de los humanos no los sentía mucho menos en Paradise.

– Pero... ¿cómo? ¿Saben qué pasó? – Dmitri solo se encogió de hombros mientras se recostaba en su cama y limpiaba su espada.

Estaba vestido con una armadura, a juzgar con la enorme cantidad de símbolos de protección que tenía inscritos, era una armadura del Defensor, era casi imposible penetrarla.

La Primogénita (Camren) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora