CAPITULO III

1.3K 127 16
                                    

—Quería platicar a solas contigo, querida —La voz de mi tía, es suave, pero tiene el toque duro que la caracteriza.

Ella siempre fue así, fuerte, dura, desde la muerte de su prometido nunca la vi con el brillo que mi madre decía que tenía.

—Lo que tengas que decir puedes decirlo de una vez —Tomo asiento y la miro, sé que trata de analizarme, sé que quiere consolarme, pero ella está igual que yo, no puede hacer mucho.

Odio que todos me tengan lástima, quieren darme consuelo con palabras vacías, palabras que no sienten.

—Sé que la muerte de Amelie fue muy inesperada —Su voz amenaza con cortarse y se empiezan a formar pequeños lagos en sus ojos, trata de ser fuerte pero sé que no puede —Toda la cuidad hablara de esto, te verán con lástima porque sabes cómo es cargar con un apellido, ser la hija del señor Woodgate implica ser una persona que no eres, pero sé que podrás superarlo, eres muy fuerte Camila —Se acerca a mí y me toma de las manos, solo entonces siento nuevamente las ganas de llorar pero quiero transmitir mi fuerza, la fuerza que no tengo.

Sé que yo misma me consumiré con esto, pero quiero fingir que todo está bien y tal vez yo misma pueda engañarme.

No quería prestar atención a lo que decía porque sabía que solo me deprimiría, pero hubo un detalle que captó mi atención.

—Es por eso que deberías considerar desposar a un joven de nuestra clase —Dijo en un tono bajo, pero con autoridad. Odio hablar de eso y ¿cuándo cambió radicalmente de tema?

—Usted sabe muy bien que no tengo interés alguno de contraer matrimonio —Suelto sus manos y me alejo, no me gusta hablar de matrimonio cuando ha muerto mi madre, lógica común.

Es cierto que como toda joven tenía ilusiones de casarme con algún caballero, apuesto y que este enamorado profundamente de mi. Pero cuando crecí esos sueños se fueron por la borda, nunca sentí nada por ningún hombre y yo quería dedicarme a aprender más de lo que se le permite a una mujer sin importar lo que puedan opinar.

—Podrías considerarlo, sabes que no me gusta tocar el dinero de tu familia —Ahora tiene un tono más suave, como el de una madre, aunque aun así no es algo que deba ni siquiera pensar.

Por la siguiente hora la escuché hablar y hablar sobre algún evento social al que debía asistir, no preste atención, me aburría, aunque agradecía que no tocará más el tema de mi madre.

No escuché que dijo, solo asentí y espero que no haya dicho nada importante, ella satisfecha camina hacia la puerta acomodando su vestido como toda una dama —Te llamaré cuando esté lista la cena querida —Vuelve a mirarme —Lo siento.

Lo último lo dice por mi madre, pero sé que aquello es sincero porque ella igual siente dolor.

Cierra la puerta y me siento en mi cama, acaricio la tela de las sábanas y pienso. Pienso en lo duro que fue ese día y lo duro que va a ser la vida sin ella.

Flashback

Narrador omnisciente

Mami cuéntamelo otra vez —Dice una risueña Camila de siete años a su madre, mientras está acostada en su cama esperando con ansias su cuento para dormir.

Su madre, Amelia, suelta una risita mientras niega, pero abre el libro de cuentos infantiles que su padre escribió para ella.

Todas las noches te leo el mismo cuento querida, podrías considerar otras opciones —Amelia humedece sus labios mientras busca la lectura, un cuento clásico, el favorito de Camila Había una vez, un cuervo que vivía enamorado de una serpiente, pero ambos eran muy diferentes y para su desgracia la serpiente vivía enamorada de un bello águila —Amelia hizo un pausa mientras miraba a Camila que estaba atenta como siempre —El cuervo hizo todo lo posible para enamorar a la serpiente, pero la respuesta era sencilla... No era ese hermoso águila.

La Primogénita (Camren) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora