Capítulo II

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Sabía que sería un día horrible al darme cuenta de que el incesante sonido de mi despertador, se metía de nuevo en mi cabeza como cada lunes de la semana. ¡Como detesto ese sonido!

Me levanté contra mi voluntad y me di una ducha. Se sentía tan bien estar bajo el agua caliente que no quería salir de allí, pero como siempre, mi madre se encargó de recordarme que llegaba tarde.

-¡Kiara! ¡¿Estás lista?!- gritó tras la puerta-.

-¡Acabo de salir de la ducha!- grité con la toalla en la mano-.

-Vale, date prisa y no te duermas en los laureles.

¿Por qué siempre las madres dicen los mismos refranes? ¿Su misión era pasarlas de generación en generación? ¿Sería igual de pesada que mis padres cuando tuviese un hijo?... espero que no.

Abrí el armario y me puse lo primero que vi. Unos jeans negros, una camiseta azul oscuro con el símbolo de la paz y unas convers blancas. Me tuve que secar el pelo a la velocidad de la luz y bajar a desayunar para que mi padre me llevase como cada mañana.

-Delicioso mamá, ya nos vamos.

-¡Espera ahí un minuto!

-¿Qué?

-Tomate toda la leche.

-¡Oh venga ya mamá, llego tarde!

-¿No tenías un examen hoy?

¡Joder es verdad! Se me había olvidado por completo, pero no me extraña con todo lo que pasó ayer, aunque el examen sino recuerdo mal era a última hora, pero eso mi madre no lo sabe y como detesto la leche, tengo que librarme de alguna forma.

-Pues hasta que no te tomes la leche, no te mueves de aquí.

-¿Vas a dejar que pierda un examen por no tomarme la leche?

-Tú lo has dicho.

Si señores, así es, tenía una madre que le importaba más que me tomase la leche, a que hiciese un examen.

-Esto es increíble- a regañadientes tome la leche y me cepillé los dientes para poder irme-.

-¡Adiós mamá... ui por cierto, si no me dejan hacer el examen por llegar tarde, será tu culpa!- grité desde la puerta-.

Me subí al coche con mi padre y condujo rápido debido a que los dos llegábamos tarde, a causa de cierto incidente con cierta persona.

-¡Suerte en el examen!- gritó mi padre desde el coche-.

-¡Suerte en el trabajo!- grité de vuelta-.

Y allí estaba yo, un día más en aquel antro de mala muerte, puede que suene exagerado, pero es así como yo lo veo.
Todas las "populares", a excepción de Moli, parecían señoritas de compañía por no llamarlas de otra forma, aunque pienso que al llamarlas así, ofendo a las que trabajan de ello.
Los chicos... bueno que puedo decir de ellos, auténticos descerebrados con la inteligencia en sus músculos y en su entrepierna, nada más que añadir.

-Hurra, otro día más en el infierno- hablé en voz baja-.

-Pero mira quien está aquí, si es la antisocial y poco agraciada Kiara la deformada.

-¡Vaya!, pero mira quien está aquí, la guarra que se ha tirado a medio equipo de béisbol- dije ignorando a la líder de todas las señoritas de compañía, Viola Williams-.

-¿Sabes? Eres realmente molesta, tu sola existencia me perturba- dijo enrollando su pelo oxigenado con su dedo índice-.

-Me alegro mucho de saber que mi sola existencia te perturba, ya he conseguido mi cometido en la vida y sin ningún esfuerzo.

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