Capítulo IV

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No pude dormir bien a causa del dolor. No sabía ni como ponerme en la cama para que al apoyarme, no sintiera miles de agujas cruzando todo mi cuerpo. Solo podía mirar el reloj y esperar a que llegase la hora de levantarme para ir al instituto. Fue una noche ¡horrible!

Todos los días realizaba el mismo ritual. Me preparaba, desayunaba y mi padre me llevaba. La única diferencia es que no empecé muy bien el día, gracias a cierto vecino que se acaba de mudar al conjunto.

-Buenos días, siento molestar.

Mi padre y yo nos giramos a la vez para ver de quien se trataba y era aquella chica de ayer, Verónica, pero no estaba sola, esa máquina sin corazón estaba con ella.

-Buenos días- dije seca al percatarme de su presencia-.

-Hola buenos días- dijo mi padre-. Lo siento es que tenemos prisa, tengo que ir a por el coche.

-Tranquilo adelante.

Mi padre fue a sacar el coche y yo me quedé con ellos dos en una situación no demasiado cómoda, hasta que ella rompió el hielo.

-Ayer tuve que ir al trabajo y Derek me dijo que te pasaste para dejarme el número de teléfono, espero que no te haya molestado.

La cara de Verónica se volvió seria y para evitar futuros problemas decidí mentir sobre lo ocurrido.

-No te preocupes, se comportó como un caballero- hablé de forma irónica, lo que provocó que me mirase extrañado-.

-¿Estas segura?

-Si tranquila, digamos que cuando gente como él me dice algo, todo me importa una… muy poco- sonreí con sarcasmo-.

Ella optó por aceptar lo que dije y decidió no hacerme más preguntas respecto a ese tema, él por su parte, me miró con desprecio y se marchó de allí.

-Discúlpalo, no es muy sociable.

-No pasa nada, yo tampoco.

-¡Kiara tenemos que irnos!- gritó mi padre desde el coche-.

-¡Voy!, tengo que irme, espero que el número te sirva de algo.

-Muchas gracias.

-De nada.

Me subí al coche con mi padre y ella se fue.

-¿Quién era ella?

-La nueva vecina.

-¿Y qué quería?

-Saludar.

El recorrido siguió en silencio, no tenía muchas ganas de hablar y menos para darle pie a mi padre de hacer preguntas sobre Verónica o la máquina que la acompañaba.

-Suerte en clase.

-Gracias papá.

Él se fue y yo me dirigí a clase como siempre. Solo esperaba tener un día tranquilo sin discutir con nadie, aunque eso era demasiado pedir.

-Te ha pasado algo malo ¿no?- dijo Zach sentándose en mi mesa-.

-Nada fuera de lo normal, resulta que el chico del pitbull es mi vecino y lo odio, por lo demás… todo muy bien.

-¡¿Qué?!

Le conté todo lo que pasó ayer, aunque suprimí la parte en donde Patrick me hacía puré los brazos, no quería que le reclamase nada y terminara siendo como yo, una marginada social.

-¿Pero quién se cree que es para decirte algo así?, aunque tu contestación de esta mañana fue genial, yo le hubiese dicho unas cuantas cosas más.

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