Los Lupin y un casi final

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Después de la gran ceremonia de Remus y Tonks, las cosas habían cambiado un poco, habían unas cuantas personas que todavía seguían llamando a Nymphadora como Tonks, sin embargo algunos habían comenzado a utilizar Dora para referirse a ella.
Había sido algo extraño, ya que sólo su padre y su esposo se referían de esa manera con ella, pero ahora la mayoría de sus conocidos lo hacían. En la escuela los chicos habían comenzado a llamarla profesora Lupin, algo que para ella sonaba extrañamente bien.

Remus se sentía especialmente bien por la facilidad que Dora tenía para aceptar su nuevo apellido. Esa felicidad hizo que casi pasara por alto su derrota al final del curso.

Aunque el equipo de los leones se esforzó por mantenerle el paso al equipo de los tejones, fue imposible, nadie podía anotar un solo punto en contra de Edward Lupin, incluso los equipos más fuertes como las serpientes (que contaban con jugadores de grados mayores), pudieron hacer algo contra él; los más cercanos fueron las águilas, quienes habían conseguido muchos puntos gracias al buen comportamiento de sus alumnos y  a las respuestas de los mismos, sin embargo nada fue suficiente para frenar que el gran comedor se pintara de amarillo y negro al final del curso.

Afortunadamente Edward Lupin sabía manejar mejor la fama que su padre, al que al parecer, le estaba heredando todo su comportamiento, aunque iba a penas en primer año todos lo conocían. No podía ir por un pasillo sin que alguien lo saludara, incluso había comenzado a cambiar su aspecto para tener un poco de tranquilidad o simplemente se escapaba hacia la casa de Hagrid que siempre tenía una taza de té para él.

Técnicamente todo iba de maravilla, las vacaciones traerían a Teddy a casa y también el cumpleaños de los gemelos, sin duda sería un buen verano.

El primer día de vacaciones el timbre de la puerta sonó muy temprano, alarmantemente temprano.

Remus se levantó al ver que no habría poder humano que hiciera a Dora levantarse.
Pero cuando bajo las escaleras lo suficiente vio que la puerta ya había sido abierta.
Por el umbral pasaba un hombre alto, de cabello largo y rubio, un porte que Remus podría reconocer a kilómetros de distancia.

-Buenos días, Lupin.
-Draco... que sorpresa.
-Invite a Draco a desayunar.

Remus no había notado que Alastor estaba ahí, pegó un brinco tocándose el corazón.

-De acuerdo...
-Sube a dormir papá, iré con mi tío a desayunar.
-Lo traeré cuando todos hayan despertado, supongo que unas tres horas serán suficientes.
-No creo poder volver a dormir, ¿quieren que los acompañe?

Draco se limitó a negar con la cabeza.

-Estaremos bien, duerme papá.

Alastor ya iba completamente vestido para salir con Draco, aún conmocionado Remus despidió a los dos, ese día por fin el gemelo podía llevar su cabello verde como de costumbre.

-¿De qué quieres hablar?
-¿No podemos ir a desayunar primero?
-Niños... Sí, Londres muggle te parece bien, sé que a tus hermanos y a ti les agrada mucho.
-A mi no, no quiero pensar en el color de mi cabello un día más.
-¿Has hecho apariciones, Lupin?
-¡No! Mamá dice que soy muy pequeño -dijo Alastor retrocediendo un poco. El tío Draco era capaz de hacerlo aparecer.
-De acuerdo, ven aquí.

Alastor siguió a Draco hasta la tienda más cercana y pidió usar la chimenea hasta la mansión Malfoy.

-¿Desayunaremos solos? No quiero que mi tía escuche lo que dire.
-Sí, Astoria y Scorpius también están durmiendo aún.

La mansión Malfoy siempre era impresionante, había artefactos extraños por todas partes y algunas partes estaban siempre mal iluminadas, se podría decir que incluso tenebrosas. Cuando el desayuno estuvo frente a ellos, Alastor comenzó a hablar como perico. 

Luna de colores: La familia en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora