Tonks y su recuerdo de navidad

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Tonks estaba sentada frente al fuego de su chimenea, los chicos y Remus no estaban en casa, habían decidido sentarse a ver una película antes de que Kipling y Norman se fueran al día siguiente, así que Remus los llevo a Hogsmade por provisiones.
Supuso que tardarían, ya que los amigos de su hijo no conocían el pueblo y estarían maravillados con cada casa y cada luminaria.

Se levantó en dirección a la cocina, a los chicos les caería bien un chocolate caliente cuando regresarán de frío invierno que había afuera.
Mientras veía la leche calentarse prendió el tocadiscos de Remus y dejo que la melodía llenará la habitación...

Baby, it's cold outside sonaba por toda la casa, una sonrisa se escapó de ella y un recuerdo la invadió de inmediato.

Noche buena se acercaba con prisa, el ambiente no era del todo bueno, Arthur seguía en San Mungo y todos en la Orden, hasta Ojoloco y con excepción de Snape, rezaban para que él regresará a casa en Navidad.
Los pequeños coqueteos entre Remus y Tonks habían ido escalando de nivel hasta este momento.
Ahora hacían cosas entre ellos que nunca se imaginaron hacer con nadie más.
Un beso en la mejilla cuando se veían, un beso en la frente cuando se despedían, tomarse de las manos para aparecer, susurros durante las reuniones y pequeños toques inocentes debajo de la mesa cuando el otro estaba distraído.

El árbol navideños estaba ya listo en el número doce de Grimmauld Place, frente a él solo dos personas: Remus y Tonks.

-Incluso aquí ya hay árbol de navidad, no puedo creerlo.
-No te presiones, estoy convencido de que apenas tienes tiempo para una ducha -dijo Remus arrugando la nariz.
-¿Estás insinuando que apesto, Remus Lupin? Eso es poco caballeroso de tu parte.
-De mi boca jamás han salido tales palabras, Nymphadora.

¿Cuándo le había dejado de molestar que Remus la llamará así?

-Idiota.
-Este idiota está dispuesto a ayudarte con tu árbol, si así lo deseas.
-¿De verdad?
-Por supuesto, mañana es tu día libre, ¿no es así?
-Sí, pero contéstame algo, ¿debo de preocuparme por el hecho de que sepas mis horarios?
-Creo que deberías tomarlo como un cumplido.

Remus tocó la puerta a las seis en punto del otro día, tenía una capa de nieve en su cabeza y en su túnica.

-Buenas tardes.
-¿Qué hay? Pasa, traes la nariz roja -y los labios, pensó Tonks, pero no sé atrevió a decirlo-, no tenías que venir, escuché de la tormenta.
-La ventaja de se un mago es que puedo aparecerme, además una tormenta no puede detenerme cuando te quiero ver.

Tonks supo de inmediato que eso se escapó de su boca, porque un tono rosa subió por las mejillas de él.

-¿Hiciste chocolates? -se apresuró a decir.
-¡Oh, sí! Con malvaviscos, sírvelo mientras yo saco todo de las cajas.

Tonks señaló las cajas que tenía frente a la pequeña chimenea de su casa, todas estaban etiquetadas. Tonks podía ser muy organizada si se lo proponía.
Remus se sorprendió cuando supo dónde estaban las tazas y cuál era la que siempre escogía ella, ¿cuántas veces había venido a la casa de Tonks?

Cuando Remus apareció de nuevo un pequeño desastre estaba frente a él, luces de navidad, un árbol armable, esferas de muchos colores y de diferentes tamaños.
Remus no recordaba la última vez que se había divertido tanto poniendo un árbol, pusieron la radio para que los villancicos y canciones los acompañaran, lograron romper solo dos esferas y ahora solo quedaba poner la estrella en la punta.

-Remus... tú, ¿quieres poner la estrella?
-No, no, si me gustaría pero es algo que tienes que hacer tú.
-Hmm, no logró alcanzar la punta -dijo con un pequeño rubor en las mejillas.

Luna de colores: La familia en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora