Teddy y la detención

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El fin de semana llegó, aunque la mañana ya estaba por la mitad, en la casa de los gritos a penas se escuchaban los primeros buenos días.

Los gemelos junto con sus padres desayunaron sin prisas y con las pijamas puestas, se preguntaban si su hermano estaría ya desayunando... la respuesta era que no.

Teddy seguía boca abajo, enterrado en almohadas y roncando levemente.

Los gemelos pasarían el fin de semana con Draco, pero el rubio no pasaría por ellos hasta la tarde, justo antes del mediodía George estaba de pie en la puerta.

-¡Hey! Cómo está mi ahijado favorito.
-¿Tienes otro? -dijo Alastor.
-Nop -George entraba a la casa despeinado al gemelo.
-¿Qué haces aquí tío? -dijo Hope desde el suelo de la sala.
-Estaba cerca, vine a comprar unas cosas que tía Angie necesitaba y aproveché a pasar, ¿y sus padres?
-Salieron un momento al colegio, al parecer unos chicos de séptimo se metieron en problemas.

A George se le ilumino la mirada, él creía que no pasaba el suficiente tiempo con los gemelos.

Teddy se había levantado por el hambre, ahora que no estaba en casa, no había ningún hermano ruidoso que le avisará sobre el desayuno, miro su reloj y ya era muy tarde para ir al gran comedor. Corrió un poco las cortinas, las camas estaban vacías, se levantó y se metió al cuarto de baño para poder ducharse y despertar.

Al salir de la sala común dobló a la izquierda, podía sentir como sus tripas comenzarían a comerse unas a otras en cualquier momento, podía ir a las cocinas, el mapa que le dió su padrino y que su padre junto con sus amigos crearon, le había mostrado cómo abrir el pasadizo.
Giro sobre sus talones y camino un poco más hasta llegar a un cuadro de frutas, le hizo cosquillas a la pera y entró.

-¿Papá? -Teddy vio a su padre sentado en una de las mesas rodeado de unos cuantos elfos.
-Hijo, ¿cómo estás? Buenas... -miro su reloj antes de continuar- tardes.

Teddy pudo notar al menos veinte par de ojos mirándolo y apuntandolo. Los elfos le murmuraban al profesor que asentía.

-Mi amor, ¿te perdiste el desayuno? -dijo una voz atrás de él. Era Tonks.
-¡Mami! -Teddy abrazo a su mamá y asintió con la cabeza.
-¿Qué quiere desayunar? -un elfo le jalaba el suéter. Tenía los ojos azules y un poco disparejos.
-Oh, hola. Bueno, en realidad no importa, lo que sea está bien.
-Lo mismo que yo -dijo Remus antes de tomar un poco de té.
-¿Qué hacen aquí? ¿Y mis hermanos cómo están? -Teddy caminaba hasta darle un beso en la mejilla a su papá.
-Unos chicos de séptimo -dijo Tonks.

Cuando Teddy pudo sentarse entre sus padres tenía un plato de champiñones fritos y dos huevos frente a él, además de unas galletas de chocolate y un vaso de leche.

-Muchas gracias a todos -dijo Teddy mirando su plato.

Una pequeña elfa doméstica que tenía moños en las orejas soltó un suspiro.

-Es igual que sus padres -dijo.

Cuando Teddy había terminado su desayuno, sus padres se despidieron de él, todavía tenía tarea que hacer y detención por la tarde, maravilloso fin de semana el que le esperaba.
La primera en llegar a la casa de los gritos fue Tonks, Remus todavía tenía que esperar una criatura que Hagrid le llevaría.

-En casa -gritó pero nadie contestó. Teniendo a los gemelos eso era malo.

Subió las escaleras con varita en mano.

-Entonces tienen que meter el invisible y encontrar la manera.
-George, ¿le estás enseñando a mis hijos a abrir una cerradura? -dijo Tonks.
-¡Y sin magia mamá! -dijeron al mismo tiempo los chicos.
-Chicos, vayan abajo.
-Pero mamá... -dijo Alastor.
-Intentenlo con sus habitaciones, no con esta.

La casa de los gritos tenía tres pisos, pero contaba con un ático que los chicos nunca visitaban, por lo general guardan cosas sin sentido o arreglos para las fiestas, pero era Remus o Tonks los que subían a buscar lo que sea que necesitaran.
Para cuándo los chicos bajaban las escaleras George logró abrir la puerta.

-¿Qué hay en el ático? -dijo cerrándola la puerta de inmediato.
-En realidad nada importante, James, Sirius y Peter pusieron un hechizo en él, espanta a cualquiera que entre y en las paredes hay marcas de las primeras transformaciones de Remus, cuando lo hacía sólo, a los chicos les pareció buena idea poner un encantamiento que hace que sin importar qué las marcas no salgan... Es un mal recuerdo para Rems.
-¿Por eso hay tantos cuadros en la casa? -dijo George intrigado.
Tonks asintió.
-Sí, no pudimos quitar todos. Hubieras visto a tu madre cuando vio todo, abrazó a Rems como una hora.
-Me lo puedo imaginar, ¿te importa si veo?
-Para nada, adelante -dijo Tonks señalando el cuadro más próximo.

George levantó el cuadro y pudo ver unos zarpazos que no eran para nada grandes.

-Querida -decía Remus subiendo las escaleras-, los niños ya saben abrir las cerraduras sin magia, ¿me puedes contar cómo...? ¡George! Ahora todo tiene sentido.
-Lupin, he venido por los gemelos y bueno -dijo acomodando el cuadro- se me atravesó algo. Eras un cachorrito.
-Sí, la mayoría fue antes de mi quinto año, no era tan grande para ese entonces.

Una lechuza subió volando las escaleras y dejo un papelito en los pies de Remus.

-¿Cuántas veces tengo que decirles que no manden lechuzas cuando estén en casa?

La tarde llegó y Teddy supo que ninguno de sus padres sería el profesor a cargo de la detención, claro que no sabía que el profesor Bins estaría a cargo, porque definitivamente prefería a sus padres que al fantasma del profesor de historia.

-Profesor, ¿puedo ir al baño? -dijo Teddy mirando su reloj.
-Señor Lupin, faltan cinco minutos para que termine la detención, estoy seguro que puede esperar.
-De acuerdo -dijo sentándose con los brazos encima del pecho.
-¿Qué pasa? -dijo Kipling
-Mi vejiga va a explotar, ¿por qué?

Kipling comenzó a reír y también.

-No me hagas reír o tendré un accidente.
-¿No estás emocionado? La clase de vuelo es la próxima semana.
-Me alegra más que la directora sea tan fanática que haya decidido quitar la regla que no dejaba que los de primero participarán.
-No sabía que existía.
-¿No has leído el libro de la historia del colegio?
-Con el cabello azul a veces olvidó que eres un nerd.

El tiembre que anunciaba el final de la detención sonó y Teddy salió disparado como bólido al baño más cercano.

-Así que detención estuvo emocionante -dijo Norman.
-No sabes cuánto -dijo Teddy saliendo del baño.
-Mientras ustedes estaban ocupados con el maestro Bins, yo he hecho algo de provecho.
-¿Hiciste el ensayo del profesor Lupin?
-¿Qué? ¡No! Averigüe el nombre de la chica que defendió a tu padre.
-¿La de Gryffindor?
-Sí, se llama Amor Karls.
-¿Amor? -repitió Kipling.
-¿Si cariño? -contestó Norman.

Teddy se partió de risa.

-Era broma, pero de verdad ella se llama Amor y aquí va la bomba... su papá es un hombre lobo.
-Tengo, tengo que ir a un lugar, los veo en la cena -dijo Teddy corriendo.
-Creo que lo has espantado -dijo Kipling.
-¡Hey! Y no repitas lo que acabas de decir, júralo.
-De acuerdo, de acuerdo.

Corrió a su sala común y vio a Alec justo antes de llegar.
-¡No corras, Lupin!
-Disculpa, caminaré.

Teddy entro a su habitación y saco el mapa de su mochila, ninguno de sus padres estaba en el colegio, tendría que esperar a ver a sus padres en el desayuno para poder preguntar si eso era cierto.
Teddy alguna vez había escuchado que su padre paso unas temporadas entre hombres lobo, aunque se había negado rotundamente a decir más al respecto.

Luna de colores: La familia en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora