Norman, Kipling y las tradiciones de los Lupin

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La mañana siguiente de la fogata Norman y Kipling se despertaron primero, conociendo así la primera tradición de los Lupin. Bajaron de su litera improvisada y asomaron la cara por la puerta... silencio total.
Claro que ninguno de ellos tenía ni la más remota idea de que todos los Lupin tenían la costumbre de levantarse tarde, pensaron que era algo de Teddy.

Una alarma muggle sonó en el piso de arriba y con un movimiento de mano Remus desapareció el reloj muggle.

-Es el primer día de vacaciones, ¿por qué pusiste una maldita alarma, Remus Lupin?

La tierna y melodiosa voz venía de una maraña de cabellos rojos y sábanas blancas.

-Buenos días para ti también, cariño -Remus se volteo para abrazar a Tonks por la espalda.
-Pregunto de verdad, ¿por qué?
-Recuerdas que tenemos otros dos niños en casa, ¿no es así? Ellos no son como tus hijos, ellos no tienen la facilidad de dormir hasta el medio día sin importar que sus tripas comiencen a devorarse una con otra.
-Demonios, lo había olvidado -Tonks se volteó para encarar a su esposo-, ¿te cortas el cabello hoy?
-Como todos los años -respondió Remus solemne.

Después de un largo beso que pretendía ser algo más recordaron a los niños, otra vez. Remus se levantó y abrió las cortinas. La luz invadió el cuarto, un blanco pulcro cubría todo.
Tonks se quejo y se volvió a cubrir la cara con las sábanas, sabía que Remus tardaría en el baño. Luego de un sueño más, Tonks escucho la puerta. No barba. No cabello largo. No bigote.

-Pense que lo harías en el transcurso del día, tenía que enredar mis dedos un poco más en ese cabello tuyo.

Remus negó divertido mientras veía a Tonks caminar coquetamente al baño, se preguntó si alguna vez se cansaría de eso, la respuesta obvia era no. Usualmente arreglaba la cama con magia, las prisas mañaneras siempre tomaban las riendas, pero sin un horario que cumplir se tomó el tiempo de hacerlo al puro estilo muggle.
Cuando Tonks estuvo lista ambos bajaron las escaleras, Tonks vestía unos pantalones café y Remus unos jeans, ambos combinaban con los suéteres navideños que Molly les había regalado el año pasado.
Tonks susurro un incendio para que la chimenea calentará un poco el lugar, el frío aún podía colarse por los pequeños lugares.

En la habitación de Teddy, Norman ya estaba en la misma cama que Kipling.
-Bueno, ¿qué está gente no desayuna?
-Yo digo que despertemos a Teddy. Anda Norman, hazlo.
-No, no, siempre se levanta de un humor cuando lo levantan, hazlo tú.
-Yo lo levanté la última vez...
-No, fui yo.
-Me atrevería a decir que están equivocados -dijo Teddy sin moverse-, ambos me despertaron la última vez.
-Días, dormilón -dijeron ambos lanzándose encima del que ahora llevaba el cabello negro y rizado.
-¿Cómo durmieron? -preguntó Teddy sentándose entre sus tantas almohadas.
-Excelente -dijo Kipling.
-Muy bien, nunca me había acostado en una cama tan cómoda.
-Está hechizada -dijo Teddy corriendo las cortinas-, mamá sabe un hechizo para hacer todo más cómodo, le servía durante sus guardias como auror.
-Amo a tu mamá -dijo Norman.
-Para ser justos y honestos, todos aman a tus papás -dijo Kipling.
-De acuerdo aduladores, vamos a desayunar. Les tengo que advertir que posiblemente nadie más este despierto así que tendremos que cocinar nosotros.
-El cereal con leche no puede ser tan difícil -contestó Kipling.

Cuando Teddy abrió la puerta de su cuarto pronto se volteo a sus amigos, para indicarles la segunda tradición.

-De acuerdo chicos, antes de que bajemos, tengo que decirles algo.
-Dispara
-Mis papás están despiertos, preparando el desayuno y tienen que saber que ellos realmente son muy cariñosos.
-Teddy no tienes nada de que preocuparte, mi mamá siempre me besa frente a todos.
-Sí, en eso no hace falta que te escuses papá siempre me dice corazón.
-No, no, no me refiero conmigo, entre ellos. Papá y mamá son muy cariñosos, siempre se están abrazando, dando besos y cosas de esas, es una tradición para ellos.
-Nunca los he visto hacer eso.
-En el Colegio no lo hacen, pero aquí no son profesores, son mis padres.

Cuando los tres bajaron las escaleras a la cocina con las pijamas y los suéters puestos encontraron algo que hizo a Kipling y a Norman perder la cabeza. La profesora de transformación estaba sentada encima del desayunador, sostenía un waffle con la mano derecha y con la izquierda jugaba el corto cabello del que debía ser el maestro de DCAO, que estaba abrazado a ella con la cara enterrada en su cuello. 

-¡Silbando y aplaudiendo! -dijo Teddy con una sonrisa.
-Chicos -Remus se separó de Tonks un poco sonrojado.
-¿Cómo durmieron? -Tonks brincaba del desayunador con el waffle entre los dientes.
-Bien -contestaron los tres a destiempo mientras veían la mesa llena de cosas diferentes.
-Adelante, coman -Tonks ordenó.
-¡Que guapo y joven! -dijo Teddy cuando Remus besó sus cabellos.

La tercera costumbre que aprendieron sobre la familia Lupin era que los castigos se cumplían aunque fuera víspera de Navidad.

-Pero papá, está lleno de nieve allá afuera -decía Alastor cambiando el color de su cabello a un naranja oscuro.
-No le cambies el color de cabello a tu padre -dijo Tonks desde el sillón contiguo.
-Discúlpame papá.

Remus tenía una mirada tranquila, se levantó hasta salir al corredor y Teddy lo siguió dándole a Alastor un guiño divertido.
Remus movió su varita y toda la nieve del patio se había ido.

-¿Alguna vez han desgnomado un jardín? -dijo Hope detrás de su libro.
-¿Desqué?
-Claramente no, Nym -contestó Alastor.
-Vengan, será divertido -dijo la chica de cabello rojo saltando del sillón.
-¿Por qué los castigaron? -preguntó Norman cuando salieron al patio.
-Le pegue a Teddy.
-Le pegue a Alastor.
-Oh, no, no me miren, yo realmente no hice nada.

La cuarta y tal vez más importante tradición fue la última en rebelarse ese día cuando la noche había caído. La abuela de Teddy y los gemelos había llegado para la hora de la cena.
Andrómeda Tonks, una bruja con porte pulcro, unos pómulos bien definidos, de cabello castaño y ojos oscuros como la noche, que quería a sus nietos por encima de todo.
Horneo galletas junto con los cinco chicos mientras Tonks y Remus bajaban las cosas del ático, ninguno de los cinco se había dado cuenta del momento exacto en el que un pino apareció a un lado de la chimenea. Pero cuando las galletas estuvieron listas y las cajas de decoración estuvieron fuera el gran árbol se mostró sobre ellos.

-Amo a tu familia -dijo Kipling bajito.
-Me caen mejor que tú -dijo Norman pegándose a Teddy para empujarlo.
-Ay ajá -dijo Teddy riendo pícaramente mientras tomaba una galleta entre sus dientes.

Andrómeda tomó el resto y con una fila de pequeños tras ella llegó a la sala de estar.

-Moriamos de ganas por colgar todo -dijo Tonks.
-Gracias por esperarme -Teddy sostenía una galleta para su mamá-. Lyall y la abuela se encargan de las luces, Nym y yo de las esferas, mamá y papá del patio y la escalera.
-¿Y quién pone la estrella? -preguntó Kipling con una galleta en los labios.
-Yo -dijo Remus-, lo hago con una escalera, como mi padre lo hacía.
-Muy bien muchachos -Andromeda sacudía su regazo-, definitivamente podrán ayudar con la escalera y con las luces de la entrada, será muy divertido.

Sin duda alguna la familia Lupin sabían cómo ser buenos anfitriones.

Luna de colores: La familia en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora