P es por Plantado

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—Esto apesta.

Soul Eater ni siquiera sabía por dónde empezar.

Había tantas cosas en el lugar, muchas más de las que recordaba, ¿cuándo diablos compró un estúpido cascanueces de shinigami? ¿Y qué demonios con ese tocadiscos viejo que no mandó a reparar? ¿Había tenido tantas camisas antes? ¿Esos pantalones siquiera eran suyos? ¿Y dónde carajos estaba su traje negro? Bueno, lo último ni siquiera lo necesitaba.

No tenía ni la menor idea de cómo meter y llevar tantas cosas a su nuevo departamento.

¿Nuevo departamento? Sería más bien el primero.

Vaya, ni siquiera podía creer aún que estuviera sucediendo.

La primera vez que se mudó, las mucamas se encargaron de preparar sus maletas y poner todo en orden antes de que un vehículo oficial de Shibusen lo recogiera y trasladara al aeropuerto. Una vez en la ciudad, fue directo a la escuela y ahí le dieron la ubicación de la residencia para chicos en dónde viviría con otros dos tipos.

Apenas logró acostumbrarse a los horarios y tareas del lugar, su parte de limpieza que nunca había hecho, aportar para los víveres e incluso pagar para que le lavaran la ropa. Buena parte de su salario se había ido en ello.

No es que lo odiara, era un pago justo por algo de libertad. Al menos tenía a un grupo de chicos idiotas hablando de chicas y peleas, en vez de dos padres amargados que apenas saludaban en el día.

Y ahora... ¿qué tendría? ¿Estaba tomando la decisión correcta?

Si bien, no tendría que obedecer horarios nocturnos y toques de queda, aún tendría que dividir el trabajo y repartir tareas. Incluso podía ver a leguas que podría ser mucho más complicado de lo que tenía en el dormitorio.

Convivir con una chica implicaba tener cuidado con lo que diría, con las cosas que haría y su propia privacidad.

¿Entonces por qué aceptó?

Porque esa chica era Maka Albarn.

Algo en el tono nervioso ella, entremezclado con una súplica indirecta, derribó cualquier barrera para negarse. Sólo necesitó ver en sus brillantes ojos verdes, la necesidad abrasadora y un escape a una situación complicada.

Ella lo necesitaba, y él estaba demasiado loco como para aceptar su propuesta.

—Ah maldición, ¿en qué me he metido? Al diablo, meteré todo como sea y el resto lo llevaré en bolsas. No quiero un Maka-chop tan temprano.

Rindiéndose en intentar encontrar un orden para acomodar todo, lo metió a la fuerza sin importar que se arrugaran o doblaran. Tenía que darse prisa.

Su nueva compañera de cuarto ya lo estaba esperando.

.

.

.

No, su nueva compañera de cuarto no lo estaba esperando.

Cuando logró llegar al dichoso departamento, nadie le abrió la puerta y como aun no tenía llave, se tuvo que quedar afuera echando maldiciones.

¿Acaso no ella puso el horario? Hasta le amenazó a muerte si llegaba minutos tarde.

Pero ella no estaba ahí, y ya había pasado demasiado tiempo desde la hora pactada... ¿Y si le pasó algo? Nah, imposible. Seguro era un pequeño retraso solamente, nada de qué preocuparse.

Pero el retraso del que hablaba era ya una hora, y luego hora y media. Y después dos.

—¡Pero que mierda! ¡Nadie me deja plantado como que me llamo Soul Eater!

SoMa en el abecedarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora