—¡Ñoña!
—¡Nerd!
—¡Fea!
—¡Eres la consentida sólo porque tu padre es el arma de Shinigami-sama!
—¡Tu padre no vale nada, es un infiel!
Una bola de lodo venció su infructuoso intento de levantarse del charco, haciendo que regresara con más pena y vergüenza.
Otra bola le pegó en las piernas con tal fuerza, que seguro le dejaría un moretón tras quitarse la tierra.
Sentía que las lágrimas se desbordarían en cualquier momento, no podía retenerlas más.
—¡HEY USTEDES! ¿¡QUÉ MIERDA CREEN QUE ESTÁN HACIENDO!? ¡VOY A SACARLES LOS OJOS CON UN PALO!
—¡Es el niño demonio! ¡Vámonos!
Escuchó los pasos a trompicones de los otros niños y los gritos histéricos del que venía corriendo. Él no los siguió cuando llegó hasta ella, ya luego se encargaría de encontrarlos para darles una lección.
—¿Estás bien, Maka? —Le preguntó a la chica, ignorando el charco mugriento para meterse a sacarla de ahí. Pero Maka le volteó la mano, rechazando la ayuda.
Se secó las lágrimas, manchándose aún más de tierra, y se levantó de ahí ella sola.
—No necesito tu ayuda, Black Star, y más te vale que no los busques luego. Ya has tenido demasiada detención.
Black Star bufó, cruzándose de brazos enojado.
—No pensaba patearles el trasero por ti, me dijeron demonio, otra vez, ¡necesitan una lección para que respeten a su futuro Dios!
—No es no, Black. Y si quieres ayudar, será mejor que no le digas nada de esto a mis padres.
El chico rodó los ojos.
Maka se quitó el exceso de lodo de su uniforme, y raspó el que colgaba de sus rodillas. Sentía sus músculos entumecidos por los golpes.
—No puedo creer que permitas que te traten así cuando puedes perfectamente noquearlos. Ya me has roto las costillas antes.
La chica rió recordando aquella vez, fue cuando entrenaban juntos en el bosque, a escondidas de Spirit y Sid. Cuando eran muy pequeños y realmente creían que era tan fácil ser guerreros para salvar el mundo.
Entrenar su cuerpo y espíritu.
No era nada comparado a entrenarse en la escuela.
Su madre había dicho que antes de poder enfocarse en su vida como técnicos o armas, debían estar lo suficientemente preparados, tenían que llevar una educación común en escuelas comunes por si, en algún momento, dejaban la idea de estar en Shibusen o... terminaban incapacitados para seguir luchando.
Estúpidas ideas de su madre con el afán de que no siguiera su camino como técnico.
—Si los golpeo, manchará mi perfecto expediente de mejor alumna. No puedo hacer eso, no puedo ir a detención por idiotas como ellos —replicó Maka, saliendo del asqueroso lugar y dirigiéndose al campo de la escuela para intentar lavarse un poco en alguna manguera, antes de ir a casa.
No quería que ninguno de sus padres la viera, seguramente Spirit se pondría como loco y querría ir a la escuela, su madre intentaría detenerlo para no hacer un escándalo, y de alguna u otra forma, acabarían en una discusión sobre su jodida relación actual.
Maka no necesitaba nada de eso. Sólo tenía que soportar medio año, para que todo termine y pueda ingresar a Shibusen.
Nada ansiaba más, que comenzar su entrenamiento como técnico, encontrar un arma capaz de complementarse con ella y ser los protectores del mundo. Aún si tenía que aguantar el bullying de niños tontos, ella conseguiría su meta.
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SoMa en el abecedario
أدب الهواةHistorias con cada letra del abecederario, protagonizados por la méister más famosa de Shibusen, Maka Albarn, y el chico cool Soul Eater. En una travesía de romances, batallas y reencuentros inesperados, graciosos y extraños, ¡la OTP comienza!