S es por Sueños

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Sus mejillas redondas y rosadas, incitando a ser apachurradas. El destello de luz que cada día se intensificaba en sus pequeños ojos jade. Los minúsculos cabellos cenizos que emergían en finas hebras por su pequeña cabecita.

Su risa, su llanto, su rostro asustado cuando por equivocación elevaba su voz para que lo observara, sus regordetes brazos estirándose para alcanzarlo, ¿sus dientes acaso serían puntiagudos como los suyos?

Todo en ella era hermoso.

Tan hermoso que dolía.

La amaba con toda su alma.

Tan intenso como el dolor de no poder tocarla. Seguía luchando contra la resignación de sólo verla recostada, entre las suaves y cálidas cobijas rosas para mantenerla en calor. Algo que ni él ni su madre podían darle.

Si tenía suerte y era un buen día, podría tenerla en sus brazos por un corto lapso de tiempo, antes de que regresara a la incubadora especial. El sonido de la energía que delataba la protección que necesitaba para seguir siendo esa pequeña y rechoncha bebé, era lo único que le quedaba.

«Maldición, maldición, con un carajo...»

Cuánta agonía sufría de verla ahí, privada de sus brazos. Escuchar su llanto y sentir la impotencia de no poder hacer nada.

A veces trataba de culparse, pero resultaba más confuso intentarlo. La amaba tanto que pensar en el error de haberla concebido sonaba absurdo. Aunque, cuando pensaba en el futuro, su futuro... el odio emergía.

«¡Maldita sea mi vida, maldito Ashura, maldito Shinigami!»

Odiaba que algo tan preciado y hermoso, tuviera un destino tan cruel basado en meras suposiciones y sueños.

Sabía que Maka pensaba igual, tal vez incluso ella sí se culpaba. Lo supo desde que le dio la noticia de su llegada.

«Vamos a ser padres» Le dijo con una voz taciturna y una mirada triste que, en su momento, no comprendió.

Abrumado por la felicidad, él rió apenas las palabras salieron de sus labios. Cantó y hasta bailó de alegría.

Ella no.

Desde aquel instante, la luna la reclamó. Su mirada que poco a poco se vaciaba de luz, se perdía en la infinidad de la noche buscando las líneas apenas notorias de la luna, donde Chrona y Ashura los observaban en vigía.

Al principio buscó comprenderla, ambos eran tan jóvenes; no tenían planeado aquello. Pensó que Maka no deseaba cometer el mismo error de sus padres, de tenerla y dejarla a la deriva sin que fueran el uno para el otro, atados sólo por ella.

Él le hizo ver que no era su caso. La amaba, ella a él.

No eran sus padres.

Nunca lo fueron.

Pensando en ello, ahora podía asegurar que Maka presentía lo mal que iba a resultar. Pero, ¿cómo podían siquiera saber la magnitud del problema? Tiempo después, cuando la pequeña nació y todos se dieron cuenta... la luz de sus ojos finalmente se apagó.

Nadie, ni los profesores, ni sus amigos, ni siquiera las brujas pudieron predecirlo.

Maldecía a Shinigami, porque en sus ojos llenos de remordimiento, entendía que era el único consciente de que eso pasaría, eligiendo no decirles. Era su carta de triunfo, a costa de ellos.

El hecho de que su hija, su primogénita tan esperada; fuera el recipiente de su sangre negra.

Tanta oscuridad en un pequeño cuerpo.

Sin quererlo, hicieron lo que Medusa no fue capaz de lograr: dieron a luz a una bebé de sangre negra.

Diferente a Chrona quien tuvo que nacer para que su torrente sanguíneo fuera reemplazado y su ADN modificado, la bebé de ellos, por un giro cruel del destino, fue una fuente de locura desde el momento en que abandonó la seguridad del vientre de Maka, protegida por sus ondas antidemoniacas.

La bebé crecería al mismo tiempo que lo haría la sangre en su interior. Contaminando todo a su alrededor, siendo un peligro latente. Condenada a permanecer en el antiguo calabozo de Ashura bajo Shibusen, ahora transformado en una habitación infantil. Donde las brujas hacían guardias y rondines para suministrar la magia espacial que contuviera la aterradora locura.

Sólo su pequeña risa continuaba inundando el aislado cuarto.

En el futuro, cuando la luna no resistiera la barrera de Chrona; el dios se liberaría, cargado de una fuerza abismal aún mayor de la del pasado y una sed de venganza sanguinaria que arrasaría con el mundo. Y la única capaz de hacerle frente sería ella, su pequeña hija.

Un combate a muerte.

Y, aun así, el resultado seguía siendo una fe ciega.

Nada estaba seguro en el futuro, nada lo estuvo en el pasado. Y el presente, estaba lejos de los sueños que querían vivir.

La pequeña Evans seguiría tras los cristales, cultivando su poder día tras día.

Él no podía tocarla por el riesgo a contaminarse o que ella lo absorbiera y fuera imparable.

Maka tampoco podía hacerlo, debido al peligro de un rechazo por sus ondas anti demoniacas que podrían matarla.

—Maka... hoy es día de visita, ¿irás esta vez?

Ella como siempre, no respondió.

Eran sus padres.

Pero jamás podrían serlo de verdad.

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N/A: Si, si si, mucho amor y mucho romance, hacía falta angst en este abecede :D ¿soy la única que piensa que si estos dos llegan a tener un hijo no será todo lindo? xD

Y con este, faltan 7 letras más para terminar. Y debo confesar que se me están agotando las ideas. Hey, estoy dando mi máximo ;D así que con gusto, si tienen ideas para las letras faltantes o hay alguna trama que en especial quisieran ver, ¡sean libres de comentar!

Sin más, sayonara~

SoMa en el abecedarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora