W es por Whisky

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Las fiestas de cumpleaños siempre eran algo que se celebraban sin escatimar en nada. Después de todo, se trataba de un año más sobreviviendo a la muerte, al menos para los qe eran de Shibusen.

Por eso, esa fiesta en particular, ¡tenía que ser lo mejor de lo mejor!

¡Era la fiesta del cumpleaños 18!

¡La entrada a la vida adulta!

¡La adultez! Que tanta maravilla hacía en las personas.

Facciones perfiladas, ensanchamiento de caderas, aumento de estatura y busto, entre otros tantos cambios hormonales que no tenían tanta importancia porque no eran visibles como los físicos.

¿Había algo más qué celebrar con todo eso? ¡Por supuesto que sí...!

A menos que... la cumpleañera sea Maka Albarn.

Porque claro, era mucho más deprimente celebrar la entrada a la adultez de alguien que se seguía viendo de 14 años.

¿Y qué era mucho más deprimente que eso?

Ver a una Maka Albarn de 18 años con apariencia de 14, con libro en mano destruyendo bares, incendiando burdeles y nockeando a cuanto hombre se encontrará en su camino.

¿Deprimente o aterrador? En algún momento la línea que los dividía desapareció.

Se suponía que sería un cumpleaños de lo más normal y simplón, nada fuera de lo común. Pastel, regalos, comida, chistes sobre la edad, unos cuantos retos y golpes... lamentablemente nada puede ser tan común cuando Black Star está presente.

Mientras se tropezaba con los botes de basura y luchaba para seguir corriendo lleno de asquerosidades, Soul odió no haberle metido algunas pastillas de dormir a su imbécil amigo para que se callara, así se habría evitado semejante desastre. Lo peor es que él desde hacía mucho rato que se desmayó en la primera esquina. Tsubaki se había quedado para arrastrarlo de vuelta.

Kid ni siquiera salió de la casa. Liz y Patty ya estaban con un equipo médico tratando de resucitarlo (¿no se suponía que los dioses no morían?).

Y ahora sólo quedaba él, con la misión de atrapar a su novia ebria que se creía alguna justiciera para desterrar del mundo a los pervertidos y mujeriegos. Así es, no demonios ni enemigos, sólo... hombres, ¿cómo es que en su ebriedad le había salido una mierda clasista?

¿Pero cómo demonios habían acabado así? ¿Qué clase de ridiculez llevó a Soul Eater a tener que perseguirla a las tres de la mañana con un cañón de red por toda la ciudad?

Una palabra... bueno, en realidad una bebida.

Whisky.

Así es, una simple botella de whisky tenía a medio Death City despierto, con la paranoia de un demonio suelto que odiaba a los hombres, burdeles incendiados, tiendas deportivas destrozadas, estaban a punto de quedarse sin Dios de la Muerte y Spirit estaba enterrado en el patio trasero de su propia casa.

Todo empezó unas horas atrás, cuando se reunieron para celebrar el tan esperado e increíble aniversario 18 de Maka. Black Star y Tsubaki acababan de llegar de una misión en Escocia, y a algún ciudadano incauto, tal vez con la intención de agradecer (o matar, aún debían hacer investigaciones) a su escandaloso amigo, le obsequió una botella con un nombre absurdamente largo y difícil de pronunciar, tan absurdo como el grado de alcohol que la botella decía que tenía.

—¡Hey chicos! ¡Miren lo que he traído! ¡A qué no hay regalo más divino que el mío!

Black Star alzaba por todo lo alto, una caja de madera con inscripciones platinadas en los costados. Enmarcaba una curiosa botella de color amarillo con un sello de plata. Escrito en letras negras brillantes, ponía Bruichladdich X4 Perilous.

SoMa en el abecedarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora