La Verdad No Contada

Capítulo Diecisiete

Abusado.

Descuidado.

Hambriento.

Esas tres palabras persiguieron a James y a Lily, incluso días después de que Harry les contara lo que había recordado y lo que creía saber. Su hermana había obligado a su hijo a dormir sobre su propia orina y heces en un colchón mohoso en un pequeño armario bajo las escaleras. Lo había hecho pasar hambre y lo había golpeado con la ayuda de su marido y su hijo.

No sólo eso, sino que su marido golpeó a Harry contra la pared con sólo tres años y le causó una grave lesión en la cabeza. Una lesión en la cabeza que no fue tratada y que lo habría matado si su magia no lo hubiera salvado. Su magia fue lo único que lo mantuvo vivo esos años. Harry había sido su criado personal.

Para empeorar las cosas, Harry no quiere que peleen. No quiere ir a juicio, no quiere contárselo a las autoridades, no quiere nada de eso. Por lo tanto, han tenido este conocimiento del tratamiento de Harry y se esperaba que no hiciera nada al respecto.

Esa luna llena había sido agotadora, ya que había sido la primera de Remus sin matalobos, la primera después de cambiar a su forma de lobo, y la primera en la que Lunático no lo odiaba. Remus había estado ansioso y gruñón, pero Harry se limitó a decirle que se transformara en Lunático y se fuera al bosque para sentirse mejor. Remus se había quedado así toda la noche, corriendo por el bosque e incluso durmiendo una siesta hacia las tres de la mañana.

La mañana siguiente fue también la primera vez que Remus se despertó sólo con un dolor de huesos. Sin dolor subyacente. Sin incapacidad para moverse. Sin náuseas. Nada. El final de septiembre significaba octubre, lo que significaba que era el mes en que Harry, Remus y Sirius se aparearían. Que significaba que James y Lily se preparaban para entregar a Harry a sus dos mejores amigos.

Harry había tomado su poción dos veces, pero desde entonces había encontrado la manera de evitarla por completo para disgusto de todos.

—No me gusta. Me ralentiza el cerebro —dijo Harry cruzando los brazos sobre su pecho.

—Ralentiza tu proceso de pensamiento a la velocidad normal —dijo Remus—. Y calma tus otros síntomas.

—Características.

—Está bien, calma tus otras características mientras previene que se esparza.

—Tomé la poción que previene que se esparza, pero no tomaré las otras dos.

—Harry, vamos, tienes que tomar tus otras pociones —dijo James.

—No. Es raro. No me gustan.

—Harry —Harry agarró las pociones embotelladas y las arrojó a la pared antes de salir de la habitación.

—Oh, mira, es un adolescente debajo de toda esa madurez —bromeó Sirius, recibiendo malas miradas de los otros tres adultos—. ¿Qué?

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—Hey, ¿Harry? —Harry levantó la vista de su trabajo escolar para ver a Ariel sentándose enfrente de él—. ¿Te puedo preguntar algo?

—Claro.

—Sé que sabes lo que he hecho últimamente... —dijo sonrojándose mientras miraba alrededor.

—Comer un bufet. Sí. Estoy al tanto —Ariel se sonrojó más y evitó sus ojos.

—Bueno, me he estado apegando a un platillo específico recientemente —Harry levantó una ceja sonriendo—. Y um... estamos como que enseñándonos el uno al otro.