Mi conciencia en ese momento no era la indicada para analizar el entorno, sobre todo cuando estaba en medio de un ardiente beso con un ardiente chico de mirada gris, sabía dónde tocar y sabía qué hacer para que de mi boca salieran gemidos y jadeos y vaya que solo estaba tocando. Sus manos se deslizaron a mis vaqueros y los desabrochó, mi corazón palpitaba rápido, introdujo una de sus manos en mi ropa interior y sus dedos hicieron contacto ahí abajo, lo ví a los ojos espectante, no quería que parara ni mucho menos que se arrepintiera.
En totalidad el deseo me había cegado, uno de sus dedos acarició primero.
— Si vas a meter el dedo hazlo despacio. — susurré abochornada, sonrió de lado.
— Yo no meto dedos. — puntualizó, no le entendí, su dedo nunca se introdujo, simplemente acarició y frotó de una manera inesperadamente placentera.
Me besó duro mientras su dedo seguía haciendo magia, sentía un cosquilleo aproximándose.
— Juro que si paras te abofeteo. — dije, alzó una sonrisa de satisfacción y se encargó de que lo viera a los ojos, tan oscuros que aquel gris parecía negro. No paró, incrementó la velocidad de su movimiento hasta dejarme en una especie de espasmo exquisito. Jadeé sin poder evitarlo, eso había sido maravilloso, ya estaba húmeda y después del orgasmo eso incrementó, sentí vergüenza, ¿Y si me había hecho pipí? No, Jazz dijo que la humedad era normal, ya ni quería verlo a los ojos.
La vergüenza pura me acechó, intentaba calmar mi respiración.
— ¿Todo bien? — todo estaba maravilloso, había sido la mejor sensación que había sentido aunque la pena estaba ahí.
— Sí-í.
— ¿Te lastimé? — negué. — ¿Segura?
— Segura, me has dado la mejor sensación de mi vida. — mi respuesta pareció satisfacerle, sacó su mano de mi ropa interior, observé lo que hacía con mucha atención, se lamió el dedo. Lo había hecho, abrí los ojos demás, se miraba demasiado sexy haciendo eso.
— Aparte de todo eres deliciosa. — ya, yo estaba entre nerviosa, avergonzada y excitada. Eso era demasiado para mí.
— ¿Segura que estás bien? No te has movido ni un solo centímetro. — ¿Cómo le decía que estaba mentalmente shockeada? — Oye Lauren, si te incomodé dímelo, pero di algo. — su preocupación se notó, me sentí mal por hacerlo sentir culpable.
— Kael yo... Estoy muy mojada. — sonrió.
— Eso ya lo sé. — no sabía si reír o tirarle una almohada en la cara.
— Kael, hablo de que eso me avergüenza. — torció el semblante confundido.
— Pero eso está bien, tranquila. ¿Te ayudo a levantarte? — extendí las manos para que me ayudara, lo hizo, las piernas me flaquearon por unos segundos.
Me cambié de ropa a una más cómoda y me recosté en la cama junto a Kael mientras veíamos unas películas, me quedé dormida.
Cuando desperté él ya no estaba, sólo había una nota.
"Mi madre llamó, me tuve que ir y no te quería despertar. Te quiero, Lauren."
Suspiré, la sensación en mi estómago era abrumadora, me fui a ver al espejo, me sentía demasiado bien, no sabía si era porque había dormido bien o por lo que había pasado antes, tal vez por ambos.
Llamé a Jazz que vino en menos de 10 minutos. Su rostro era un poema, se veía enojada.
— Ese hijo de puta me llamó a decirme que iríamos a Hawaii y acepté pero estoy muy indignada, espero que haya explicado todo y te pidiera disculpas. — reprimo una risilla.
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La Realidad De Los Chicos Malos
Teen Fiction❝ Los chicos buenos se van al cielo, pero los chicos malos bajan el cielo para ti. ❞ - Heaven, Julia Michaels ¿Y quién era él? Sencilla repuesta, chico malo de primera. ¿Cautivaba?, por supuesto. ¿Hipnotizaba?, obviamente. ¿Mojaba bragas?, era como...