Capítulo Veinticuatro: Volando por lo alto

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Escena explícita

Suspiré entre el beso, sentí entonces una sensación de estorbo increíble, mi vestido estaba estorbando y me lo quería quitar. Se me pegaba al cuerpo y se volvía incómodo, a parte el calor que estaba sintiendo no ayudaba en mucho. Me separé para quitarme el vestido rápidamente, Kael solo se me quedó viendo, no llevaba traje de baño y lo que traía debajo era solamente mi ropa interior, un sostén lila con unas bragas del mismo color.

Se pegó de nuevo a mí para besarme, sus besos bajaron por mi cuello y rozaban mis pechos, se sentía demasiado bien.

Se separó de mí y tomó mi rostro.

— Ya nos tenemos que ir. — qué, espera qué. Abrí los ojos que había cerrado por la excitación. Él salió y no me dio tiempo de reprochar, salí a tropezones siguiéndolo, estaba casi desnuda y ponerme de nuevo el vestido mojado no era la mejor idea.

— ¡Kael! — llamo desesperada, no se detuvo, fruncí las cejas, ¿Estaba enojado a caso? — Kael espera me voy a caer. — estaba persiguiéndolo y el piso estaba mojado. Entró a una habitación, lo logré alcanzar y esperé recostada en el marco de la puerta. Él estaba buscando algo entre un armario, sacó un par de toallas y me las entregó, ni siquiera me mira. — ¿Kael? ¿Estás enojado conmigo? — detiene sus movimientos y negó.

— No estoy enojado contigo.

— ¿Entonces?

— Es que ya es hora de irnos. — río sarcásticamente.

— ¿Y por eso te fuiste huyendo?

— No es eso, sólo que ya debemos irnos. — apreté el agarre de la toalla.

— No quiero. — me mira incrédulo. — Ya estoy lista. — susurré pero estaba segura que me había escuchado. — ¿Qué mejor lugar que hacerlo aquí? — su pecho subía y bajaba.

— ¿Qué cosa?

— Hacer el amor. — aclaro, su rostro era un poema.

— No. Si sientes presión no, mejor vámonos. — sí que era necio. Yo me sentía lista, lo quería hacer ya. La emoción que me invadía era inexplicable.

— No siento presión. — dicho ello solté la toalla y me quité el sostén. Lo tiré en alguna parte de la habitación y me acerqué a él lentamente, estaba aguantando verme y eso me hacía sentir mal, como si lo estuviera obligando, diablos, ¿Y si el que sentía presión era él? — Kael... — llamé, una de sus manos subió y acarició mi mejilla.

— Tengo miedo. — eso cayó como un balde de agua fría sobre mí. — No quiero lastimarte, no quiero hacerte sentir mal, no quiero que esto sea un desastre y lo recuerdes como una mala experiencia. — su expresión era neutra, acaricia mis labios lentamente.

— Estoy segura que eso no será así. — aseguro. Me pegó a él y pude sentir su erección contra mi estómago.

— Lauren, puedo llegar a ser todo un sátiro. — quise reírme en el momento porque no entendía qué era eso con exactitud.

— ¿Qué? — se acercó a mi oído.

— Significa que puedo llegar a tener mucho deseo sexual. — oh. Mi pecho dio un vuelco, claro, por ello le encantaba disfrutar de su vida sexual y desde que había empezado a salir conmigo se abstuvo a ello.

Pero de alguna manera esa declaración hizo que me excitara más, lo besé. Y él no se negó, enrolló mis piernas en su cintura y me tomó de la cintura, mis brazos estaban en su cuello profundizando el beso.

La Realidad De Los Chicos Malos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora