Capítulo Veintinueve: Furia

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— ¿No te hizo algo más? — niego, después de darle vueltas al asunto decidí decirle todo, el intento no iba a hacer nada malo. Al menos era lo que yo esperaba, al decirle todo, él mandó seguridad para toda mi familia y para Jazz. Dijo que serían discretos y yo no discutí eso con él.

— Te lo tenía que decir, no me imagino estar con él... Me da miedo. — susurro. Toma mis manos y las besa.

— Me alegra que lo hayas hecho. — me da un beso en la frente, se dispone a pararse pero lo detengo jalando de su chaqueta.

— No te quiero lastimar pero tampoco te quiero perder. — sonríe de lado, con nostalgia.

— Eso no sucederá, te lo prometo. — su promesa me bastaba. Hizo un par de llamadas más y me dijo que le llamara a mi madre.

Lo hice rápidamente.

— ¡Qué tal cariño! — pregunta efusiva. Sonrío escuchando su voz.

— Hola mami, ¿Cómo están todos ahí? — inquiero, se le escuchaba hablando con alguien más, fruncí mi ceño. — ¿Tienen visitas? — agrego.

Oh, sí, este chico hermano de tu novio nos vino a visitar, dice que dejaste tu chaqueta en su auto cuando te fue a enseñar su universidad, lo invité a pasar
... ¿Cómo te llamas, cariño? — estaba petrificada en mi asiento.

Adam, soy Adam. — escucho del otro lado de la línea.

Oh sí, Adam, le encanta mi pastel de avellanas.

Lo siento mamá, ¿Puedes pasarme a Adam?

Claro... Quiere hablar contigo.

Hola Lauren. — en este mismo instante me pasan pensamientos se todos los posibles escenario en donde él le haría daño a mi mamá.

— Escúchame bien Adam. Le llegas a tocar un solo pelo a alguien que me importe y yo misma seré la que te haga daño, pero escúchame bien. Te lo estoy prometiendo, a donde quiera que vayas recuerda esto loco enfermo. Te haré la vida un infierno. — termino enojada, hubo silencio hasta que carraspeó y fingió una risa.

— Claro Lauren. Está bien. — termina.

— Pásame a mi madre. — lo hace y ella me saluda de nuevo. — ¿Están papá y mis hermanos contigo?

Sí, ellos están aquí. ¿Qué pasa Lauren? — No le podía decir que el hombre que está a su lado es un loco psicópata con problemas de odio.

— Quédate con ellos mamá, y dile a Adam que ya se puede ir. — escucho un suspiro.

No quiero ser grosera. — susurra.

— Hazme caso, por favor. —

Está bien cariño, hasta luego. — me cuelga y me apresuro a llamar a Dan.

¿Qué pasa Lau?

Asegúrate de que el hermano de Kael se vaya de casa y que nunca más lo dejen entrar. — digo rápidamente.

¿Qué, por qué?

Hazme caso, es muy peligroso, no confío en él. — escucho cuando baja, escucho las voces de mi papá y hermano menor. Ya estaba en la sala.

Se acaba de ir, ¿Me vas a contar qué está pasando?

Aún no, pero solo no dejes que Adam se acerque a ustedes. Te quiero, los quiero.

— Y nosotros a ti Lauren. Cuídate mucho. — suspiro y cuelgo, Kael me miraba con preocupación. Antes de hablar suelta un suspiro.

— Yo envié seguridad a tu casa, no te preocupes. — pensar en que necesitábamos seguridad hizo que mi piel se enchinara. Dios, no quería llegar a sentir odio pero Adam complicaba esas cosas. Estaba segura de una sola cosa, que cuando lo viera le iba a fracturar el cráneo yo misma. — Vamos a dormir, sé que costará conciliar el sueño pero debemos descansar.

La Realidad De Los Chicos Malos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora