Capítulo Trece: Cita

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Holis, antes de que leas, gracias por hacerlo por cierto. Dejé una foto allá arriba de una chica en Instagram @raeavitan que me llamó mucho la atención para que sea Lauren, no lo sé, me fascina, bye.

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Tal vez él se sentía incómodo y quería soltar el volante para tirarse por la ventana a su costado. Y no lo culpaba, pero en serio no tenía cabeza para pensar en las cosas que su vómito verbal había sacado de mi mente, además, mi padre dijo que si mi calificación de trigonometría bajaba de B- estaba vetada de los próximos tres partidos de la temporada, él sabía jugar sucio. Yo por mi parte debía saber sacar fórmulas sobre cosas que no entendía, yo jugaba lo imposible.

- Uhhhh, esa es buena. - murmuro subiendo el volumen de la canción.

- Annie y David revolucionaron la historia con es a canción. - volteo a verlo con una sonrisa.

- Mi padre quería ponerme Ann al nacer, pero mi madre dijo que no, aunque me hubiese gustado mucho. - sonríe abiertamente. Su semblante se relajó un poco.

- ¿Estás libre esta noche? - su pregunta me toma por sorpresa.

- Depende de la ayuda que me vayas a dar en trigonometría. -

- Entonces supongo que sí.

- ¿A dónde me llevarás?

- Qué curiosa es usted, señorita Booker. - su voz se había vuelta grave y más elegante.

- Oh, cállate, dejemos la formalidad y dime a dónde me llevarás - carraspea, voltea a verme y la comisura de su labio sube.

- Es una sorpresa. - ¡Este chico me irritaba! Resoplo y me doy cuentas de que ya estábamos enfrente de mi casa.

- Te espero en mi casa. - le indico y me bajo del auto con rapidez, me resultaba muy gracioso dejarlo con la palabra en la boca y confundido. Entro por la puerta trasera ya que siempre se encuentra abierta y como lo suponía, nadie en casa.

Me tiro en el sofá unos segundos y luego me levanto, me cambiaría de ropa antes de hacer mi tarea. Subo a mi habitación y abro la puerta, tomo unos pantalones de franela cuadriculados y una camisa extra grande que me encantaba.

Se hacía tarde y no era de las chicas que se atolondraban porque saldrían con un chico pero está vez era diferente, incluso no sabía qué ponerme, y es que a mí nunca me había preocupado dicha situación, en serio, nunca. E hice algo que jamás me imaginé haciendo, abrí FaceTime y me aseguré de verme tranquila, su rostro apareció y quise pedir su ayuda a gritos.

- Jazz, necesito tu ayuda para poder elegir qué ponerme, tendré una cita con Kael y eso me pone mal. - hablé rápido y ella se quedó procesando todo, o se había congelado la pantalla.

- Vaya. Eso no me lo esperaba. - menciona, ni yo.

- Ya, dime qué es eso que se ponen las adolescentes para quedar ardientes y atrayentes. - suelta una carcajada y yo me desespero aún más.

- No es que no te quiera ayudar, pero eso depende de ti, de cómo te sientas en esos momentos, tú eres preciosa y te aconsejaría solamente llevar esos vaqueros ajustados que te regalé para tu cumpleaños, lo demás es todo tuyo. - me hizo sentir segura, le sonreí y me despedí, no sin antes agradecer lo buena amiga que era.

Busqué en mi armario lo que ella dijo, me preocupaba que esos pantalones ya no me entraran, no comía como Barbie, y mi peso estaba rebasado por unos kilos. En mi vida me había llenado la cabeza de esas inseguridades absurdas, ¿Por qué me tenía que gustar tanto Kael?

La Realidad De Los Chicos Malos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora