Capítulo Veintitrés: Hawaii

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Mi cuerpo estaba tan relajado que ni siquiera me quería levantar para ir al baño, es una sensación tan rara porque tengo ganas de hacer pipí pero mi cuerpo dice: quédate en la cama, aguantas un poco más. Pero mi vejiga decía: ya no aguanto.

Rematé mi enojo contra la almohada, escuché un quejido. Esa no era la almohada, el pecho de Kael recibió mi enojo pero no se despertó, con lentitud fui al baño e hice lo que debía, me lavé los dientes y me lavé el rostro, no quería que Kael se espantara al verme. Llevaba puesta una de sus camisas y mis bragas y habíamos dormido juntos, nunca había dormido tan bien. Decidí revisar mi teléfono al salir del baño, mierda, no había traído el cargador.

De seguro Kael trajo el suyo, lo busqué entre sus cosas, mis dedos chocaron con un frasco, tragué en seco, esto no era buena curiosidad. Saqué el frasco anaranjado trasparentoso, "Antidepresivos" Kael Purser. Eran de él, nunca me dijo que tomaba antidepresivos, pero con lo que pasó antes imagino para qué son. Las dejé en su lugar y tomé el cargador y conecté mi móvil, mensajes cayeron, todos de mi madre y audios de mi hermano. Leí primero los de mi madre que decían que me cuidara y que llamara cada que pudiera. Mi hermano por otro lado se encargó de advertirme y decirme que no quería sobrinos.

También me regañó por haberme ido pero que igual le emocionaba que hubiese ido, tocaron la puerta, fruncí las cejas, eran las 8 AM.

— Servicio al cuarto. El desayuno está listo. — una nota pasó por debajo de la puerta, era una carta en forma de flor que decía lo que habría en el menú. Todo parecía exquisito, mi estómago gruñó.

Unos pasos acelerados llamaron mi atención, Kael apareció en calzoncillos y parecía preocupado.

— ¿Kael? — me mira y parece aliviado.

— No estabas a mi lado. — su voz ronca me distrajo de lo que había dicho.

— Me levanté al baño y no te quise despertar. — se acerca a mí y me abraza hundiendo su nariz en mi cuello.

— Buenos días. — susurra, nunca me dejaba de poner nerviosa por más tiempo que pasara con él. Sentí que apretó mi trasero, de nuevo.

— ¿Te gusta eh?

— Mucho. — afirma y me planta un beso. — Si algo tenemos que hacer es desayunar, la comida de aquí es otro nivel. — asiento y nos disponemos a tomar una ducha, nos vestimos, yo llevaba un vestido de tirantes blanco y Kael una pantaloneta y una camisa, parecía simple pero cuando examinaba todo, el precio de su ropa era sorprendente.

Pasamos por la habitación de Jazz y Bradley, ya se habían despertado e iban a bajar a comer con nosotros.

Las mesas estaban dispersas y los rayos del sol adornaban el ambiente. Tomamos asiento y ordenamos, minutos después llegaron Jazz y Bradley.

— No saben cuánto me desestresé solo con dormir. — dice Jazz, nos acoplamos a una conversión amena entre todos, al principio Kael no hablaba, luego terminó uniéndose y bromeamos mientras desayunamos.

Al terminar fuimos a un pequeño tour y a un acuario. Nos la pasamos increíble, jugamos un partido de voleibol en la playa junto con otros chicos y chicas más.

Jazz y Bradley estaban muy pegados y se fueron a un club que quedaba cerca del hotel, me alegré por Jazz, hace mucho que no la veía así de feliz.

Yo estaba acostada en una camilla para tomar el sol del atardecer, me había puesto el traje de baño que había comprado antes,  Kael carrapeó a mi lado.

— ¿Me dejas ponerte bloqueador? — se puso en cuclillas delante de mí y siguió hablando. — Ya sé que ya te pusiste pero un chico por allá no para de verte y no quiero ser tóxico celoso de mierda pero me gustaría que viera que soy yo tu novio. No me mal entiendas, tampoco quiero decir que eres un trozo de carne que debe ser cuidado, sólo que no me gusta cómo te mira. — su explicación me hizo sonreír.

La Realidad De Los Chicos Malos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora