Escena explícita (cuando empiece habrá un *)
— Mmm. Lo... lo besé. — no parecía sorprendido ni enojado. Nada. — ¿No dirás nada? —eleva los hombros. Se pone de pie y toma la caja de pizza.
— Los ví. — ¿Cómo que nos vio? Se me contrajo el rostro, no sabía si eso era mejor o peor. O menos peor.
— ¿Y...? — no hablaba y eso me estaba desesperando. Sonríe y se acerca a mí rápidamente, no me da tiempo de reaccionar cuando tiene mi cintura rodeada por uno de sus brazos.
— Y la verdad es que lo quiero dejar una semana más en este hospital, pero escuché todo. Él te pidió el beso y tú se lo diste. Y ya. — no lo estaba entendiendo.
— Entonces...
— Pasa que no voy a negar que estoy celoso como la mierda, pero que al final de cuentas tu amiguito el suicida gusta de ti y tú eres demasiado buena, por ello le diste el beso. Fue lástima. — fruncí las cejas y le pegué un manotazo.
— No le digas así. — eleva los hombros.
— Entre suicidas nos entendemos. — aclara guiñándome un ojo. Ruedo los ojos, vaya que le resultaba divertido.
— No fue por lástima.
— Es porque lo quieres como un amigo, ajá... ¿Vas a querer pizza? La enfermera casi me mata por traer esto, tuve que decir que era el primo de Aaron para que me dejara entrar. — en minutos salían de su boca muchas palabras que provocan entre enojo, cariño y risa.
— Sí, muero de hambre. — me siento en el suelo y hago una seña para que se sentara, lo hace y abre la pizza. Era de doble queso, se me hizo agua la boca.
Tomé un pedazo y no dudé en probar un trozo, delicioso. Al final me comí tres pedazos y medio, siempre dejando la orillas, no me gustaban a menos que fueran rellenas de queso.
Había ido a ver a Aaron y estaba dormido, nos quedamos en el pasillo hablando.
— Sólo queda una semana más. — murmura viendo a un punto fijo que la pared, se me revolvió el estómago.
— Lo sé. Estoy nerviosa. — y era verdad, la universidad me esperaba a colmillos abiertos para ser devorada y a eso le agrego vivir en el edificio de mi millonario novio, locura total.
— Te irá bien en todo, eres inteligente y muy capaz. Arrasarás con todo. — me lanza una de sus sonrisas de conquistador.
— Espero que sí, ¿Y qué tal te fue hoy? — su rostro muestra frustración.
— De la mierda. Tuvimos algunos problemas con socios, unos piensan que soy demasiado joven para manejar todo y que llevaré a la ruina el negocio, cosa que no es cierta. He manejado bien todo los últimos 6 meses y a pesar de la "ayuda" de mi madre yo he podido hacer todo bien. — estaba enojado, había notado que odiaba que dudaran de sus capacidades y era muy orgulloso.
— Tú también arrasarás con todo. — aseguro acercándome a él. No podía dejar de admirarlo siempre, su cabello seguía creciendo y le daba un toque exótico y misterioso, sus cejas y sus ojos, ufff. Siempre me tenía cautivada.
— ¿Incluso contigo? — fruncí las cejas y me puse sobre él, le encantaba que lo hiciera, me aprieta las caderas.
— ¿A qué te refieres? — aparta un mechón de mi cabello.
— Que si también quieres que arrase contigo. — se acerca a mí oído. — De preferencia tú sobre mí sin ropa. Qué increíble imagen mental. — mordisqueo mi labio inferior, sus labios bajan por mi cuello dejando besos húmedos.
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La Realidad De Los Chicos Malos
Teen Fiction❝ Los chicos buenos se van al cielo, pero los chicos malos bajan el cielo para ti. ❞ - Heaven, Julia Michaels ¿Y quién era él? Sencilla repuesta, chico malo de primera. ¿Cautivaba?, por supuesto. ¿Hipnotizaba?, obviamente. ¿Mojaba bragas?, era como...