Capítulo Dos: Hola... ¿Vecino?

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— Está ardiente, más de lo que puedes soportar. — el comentario hace que mi piel se erice y frunza el ceño, ¿Quién de los dos?

¿Cómo era posible eso? Digo, ¿por qué mi vecino no pudo ser una anciana con glaucoma? No es que no pensara en que tendría que ver a Kael todos los días, pero, me resultaba algo aterrador. No podía imaginar un escenario por las mañanas en el cual lo tuviera que ver, me daban ganas de vómitar.

— Tienes que admitir que es algo grandioso. — habla Jazz obvia. Yo ruedo los ojos y suspiro.

— No. Ni un poco, en verdad estoy deseando que no sea así. —Jazz sonríe y pone sus brazos en jarras.

— Observálo y estudiálo. Y dime que no es apuesto. — hago un puchero y volteo a ver al chico de la moto, aunque no parece muy chico.

Puedo identificar por sus facciones que es mayor que yo. Los tatuajes que lleva en el cuello lo hace lucir peligroso y misterioso; lleva unas gafas de sol y una camiseta de tirantes junto con una pantaloneta de franela, que obviamente se le ven bien.

Sin embargo, era extraño ver a un chico tatuado y vestido así, y no con una chaqueta de cuero negra y pantalón ajustado color negro. Estaba vestido casual, como si no fuera extremadamente apuesto como para provocar que mi boca se seque.

Era extraño, en cierta forma su vestuario no concordaba. Su cabello estaba muy bien peinado, no exageradamente pero lo estaba, sus ojos estaban en su iPhone y sus dedos tecleando algo. Frunzo el ceño al notar que ríe, ¿Los chicos malos ríen? Por experiencia literaria sabía que no.

O al menos no tan fácilmente.

— Tengo hambre, ¿Tú madre ha preparado pastel de coco? — parpadeo un par de veces y niego.

— A Dan no le gusta el pastel de coco, así que hizo de fresa. —respondo haciendo una mueca.

A ella le brillan los ojos y asiente.

— ¡Amo a la señora Booker! — expresa saliendo de mi habitación bailando extrañamente.

Río, como futura periodista y escritora necesito investigar.

Salgo de mi habitación decidida y bajo las escaleras, buscando en lo más recóndito de mi ser, mi juicio, pero no lo encuentro. ¿Qué podría pasar? Él me saluda, yo a él, charlamos un momento y puede que seamos mejores amigos, no. Tal vez en medio del camino hacia él, mis piernas flaqueen y me choque de bruces en el duro pavimento.

Frunzo el ceño y empiezo de nuevo a comerme las uñas, ¡Es que estoy nerviosa!

Verifico mi vestimenta y decido ir a mi habitación a cambiarme mis cómodas pantuflas amarillas, probablemente él esté acostumbrado a ver a despampanantes mujeres con piernas kilométricas y piel de porcelana como las chicas con las que lo veía constantemente en la escuela. Pues ahora me verá a mi, una chica de diecisiete años de mediana estatura, cabello lacio y ¡Mucha carisma! Me cambio las pantuflas y me veo en el espejo de mi habitación, mi cabello está desordenado, no interesa. Mis pantaloncillos para dormir aún los tengo puestos, suspiro, si quiero averiguar algo tengo que hacerlo presentablemente.

Busco algo en mi armario y me decido por unos vaqueros azules cómodos. Me quito los pantaloncillos y me pongo los vaqueros, suspiro y muevo mi cabeza de un lado a otro.

Conoce, estudia y resiste.

Me repetía mentalmente mientras bajaba por las escaleras, de nuevo. Saber a lo que me enfrento es importante.

Aprieto mis labios e intento mantener la calma al estar a menos de diez pasos de distancia, creo que se percata de mi presencia y veo como eleva la cabeza, aunque no puedo ver sus ojos por las gafas de sol, puedo ver su ceño fruncido por encima de éstos. Recuerda, conoce, estudia y resiste.

La Realidad De Los Chicos Malos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora