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Era la tercera copa, sus amigas estaban decididas a que ese día olvidara todo o cayera en un coma etílico, cualquiera solución daba igual

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Era la tercera copa, sus amigas estaban decididas a que ese día olvidara todo o cayera en un coma etílico, cualquiera solución daba igual. Ariana no estaba acostumbrada a beber, su límite siempre fueron cuatro copas o tragos. Perdía muy rápido el decoro.

—¡Salud! — gritaron las cuatro al mismo tiempo, bebió la tercera de golpe.

—Ya no puedo, una copa más y estaré destruida llorando. — afirmó limpiando sus labios con el dorso de su mano. La música estaba muy alta, pero a nadie le parecía importar.

—Que destruida vas a estar, si esto es vino espumoso, esa madre no emborracha ni a un cura. — declaró Leticia. —Además que la diversión apenas comienza. — señaló y alzó su copa en una dirección.

Ariana fijó su vista hacia donde ella hacia esas atenciones. Tres hombres del otro lado del lugar miraban directamente en su dirección. Y no eran cualquier tipo de hombres, del tipo moja bragas marca diablo, uno llevaba un traje negro, rubio, con una mirada cazadora. El de camisa blanca recogida de las mangas mostraba sus tatuajes, cubierto por completo por lo menos era lo que se podía ver, hasta en el rostro se podían notar algunas líneas, el cabello recogido en una coleta que solo lo hacía verse bárbaro y salvaje. El tercero y más misterioso las observaba con atención, cabello negro, cejas pobladas, sonrisa sarcástica y una pinta de malo que nadie podía negar.

—Están divinos... — mencionó Shaina.

—Sosiégate quieres, contrólate. — declaró Camila.

—Ay Camila, esas palabras ya ni las usa mi madre. — se burló Shaina haciendo que todas se rieran.

—Lo curioso es, Camila, se lo dices a Shaina o te lo dices a ti, que ese bolso ya perdió la forma de tanto que lo aprietas. — dijo Leticia.

—Esos hombres se ven muy peligrosos.

—Se ven follables. Te imaginas tomarle de esa coleta mientras su lengua se hunde en ti y te hace cantar el ave maría.

—Eres una blasfema.

—Y tu una santa, pero debes ser la peor de las cuatro. — declaró Leticia. —Solo por eso el de tatuajes será solo para ti.

—¡Estás loca! Vinimos a pasar el rato con Ariana.

—Por mí no se detengan, yo aquí ahogaré mi existencia con esta botella de vino. — alzó su cuarta copa, realmente el efecto de la tercera la estaba haciendo perder el control de su poca cordura.

—Yo me conformo con cualquiera. — dijo Shaina tomando del vino. Era la mayor y prima de Ariana. Leticia y Camila eran sus amigas desde la escuela, se empezaron a juntar desde niñas. Y esa amistad fue creciendo al paso de los años, aunque a veces no llevan el mismo estilo de vida siguen estando juntas pase lo que pase.

—Para Ariana necesitamos un hombre que la haga borrar seis años no que la hundan más, esos tres no servirán de nada. Necesita algo más avasallador, algo que queme, una bestia.

En los Brazos de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora