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El sol entraba por las ventanas cuando recorrió aquel pasillo hacia su habitación. Entró a la ducha y abrió la llave sin templar el agua. Mojó su rostro rápidamente, maldijo en ruso mientras el agua fría hacia estremecer su piel. Agachó la cabeza permitiendo que el líquido helado recorriera cada parte despertando su cuerpo, colocó ambas manos en la pared sosteniéndose mientras los recuerdos de esa noche sin escrúpulos volvían a su mente una y otra vez.

Ariana era una mujer que escondía muchos matices, y su mirada angelical ofrecía más que solo eso. A Bastian lo han mirado con deseo, con fuego en los ojos, con lujuria combinada con malicia. Sin embargo, jamás lo habían contemplado como lo hizo ella. Todos esos sentimientos estaban ahí, pero también había añoranza. Como si deseara ver más allá de él.

Movió la cabeza negando antes de alzar el rostro y tallar con fuerza, buscar el jabón y limpiar los rastros de esa noche. Ese cuerpo fue moldeable con tanta naturalidad, debía agradecer los dotes que el baile le daba. Mantener el equilibrio mientras la embestía contra la nada en las escaleras merecía un premio sin duda. Sus piernas se aferraban a su cintura, y el sonido de su humedad fue totalmente un espectáculo. Estaba exhausto, y recuperarse le costaría dormir hasta pasado el mediodía.

Ariana despertó aun sintiéndose en una nebulosa, tentó la cama con una de sus manos buscando, pero nada más encontró un espacio vacío y frío. Arman Bastian no pasó la noche con ella, no durmió a su lado. Se incorporó un poco y el cuerpo le ardió, cada maldito músculo gritó Bastian. Juntó las piernas y el ardor en su interior se hizo persistente, incómodo y algo húmedo. Cayó completamente dormida y ni siquiera limpió su cuerpo. Razonó que debía hacerlo en cuanto pusiera un pie fuera de la cama, el sol parecía ser de más de medio día. Giró su cuerpo y se sentó al borde de la cama, notó un vaso con agua y unas pastillas. Eso era obra de Bianca.

Acercó la caja para leer que era, entendió al sacar el contenido que se trataba de una pastilla del día siguiente, por lo menos descifrar el nombre no fue tan difícil, no era la primera vez que tenía una caja de esa en sus manos. Arrugó la mirada y golpeó su frente al recordar que literalmente se sentó sin miramientos, sin pedirle que usara un preservativo, la vergüenza recorrió su piel, Bianca había traído eso y Bastian sin duda fue quien lo mandó.

Ariana no le preocupaba un embarazado llevaba un implante anticonceptivo en el brazo que justamente estaba entrando en su último año de uso antes de tener que cambiarlo o tomar otra decisión. Algo más que debió anexar a la larga lista de deseos de Enrique porque él no quería usar condón en sus tres últimos años de novios.

Apretó las manos y la caja al recordar que la innombrable estaba embarazada. Pero Ariana debido a sus sueños no podía jugársela en un embarazo, tenía muchas cosas por cumplir, le llamó exagerada por tomar esa decisión, sin embargo, alguien tenía que ser el maduro y ahora se daba cuenta de que él no lo era y nunca lo fue. Tomó toda el agua del vaso, dejó la pastilla y entró a la ducha a enfriar los recuerdos y su cuerpo.

Salió treinta minutos después con la piel limpia y su cabello húmedo. Observó la cama ya hecha con sabanas nuevas y no pudo evitar recordar como se aferró gritando el nombre de Bastian, jadeando como loca por la forma como la tomaba contra la cama con el culo al aire, las rodillas abiertas y su rostro contra la colcha. Regresó al baño para desenredar su cabello y colocarse alguna de esas cremas en el rostro, su reflejo era relajado, bastante bueno para la noche que paso. Después de envolverse en la bata salió para buscar algo que ponerse, el estómago empezaba a darle guerra. Se detuvo en seco cuando reconoció la silueta de Arman Bastian sentado en el mini comedor de esa habitación mirando por la ventana.

—Buen día. — titubeó saludando Ariana.

—Ari... — pronunció dedicándole una mirada aprobatoria recorriendo su cuerpo. Ariana sintió cundir un ardor por toda su piel. —No la has tomado. — alzó la caja entre dos dedos.

En los Brazos de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora