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Ariana decidió caminar para despejarse después de semejante encuentro, con la caja aprisionada contra su cuerpo y su mente completamente ocupada por ese desconocido, que manera de entrar en su cabeza. Tenía que sacarlo, alejar todo pensamientos que tuviera que ver con Arman Bastian, podía escuchar la forma como la llamaba, como su lengua seducía su diminutivo. Estaba loca, no había otra explicación, debía mantener distancia, no volverlo a ver.

La observó de una manera que nadie nunca lo había hecho en su vida, se sintió expuesta, frágil, pero sobre todo ardiendo. Ni en esos seis años Enrique le provocó algo así. Estaba segura de que Arman Bastian no era un hombre normal, sin embargo no debía averiguarlo. Entre más lejos estuviera de él, mejor.

Pasó a la farmacia para despistar a Shaina, buscó los tampones y su mirada divagó en un pasillo, una idea llegó a su cabeza, una que tenía tiempo queriendo cumplir, sin duda era el momento, aunque se arrepintiera después, necesitaba tener su mente ocupada antes que aquella silueta dominante la tomara por completo.

Shaina regresaba al departamento de Ariana muy tarde, no pudo desocuparse temprano de con su madre, una mujer que la tenía a tope de cosas en la tienda, un mercadito familiar que ha pasado por generaciones. La creían la más desubicada de todas, para su edad no cumplía con los estándares de los demás, soltera, sin una carrera, pero estudiar contaduría no era para nada parte de su plan de vida, estaba a nada de cumplir veintinueve años y le llovían los comentarios de su edad. Cuando Ariana anunció su boda las miradas fueron directo sobre ella, su prima menor se casaba y ella se quedaba a vestir santos. Estaba destinada al fracaso según sus tías...

Apresuraba sus pasos después de bajar del taxi que desconsideradamente la dejó en una esquina que no era, el hombre le alegó que esa era la dirección que le dio y si movía el auto le cobraría más, para no discutir prefirió caminar, estaba a metros del departamento, una caminata que su cuerpo agradecería. Siempre vestía con ropa holgada, blusones que cubrían su cuerpo curvilíneo. Llevaba una bolsa con ropa para dormir que ahora le parecía muy pesada teniendo que cargar también su bolso.

Shaina también era una persona muy despistada, tan distraída y confiada. Tal vez si no fuera así se hubiera dado cuenta de que el bajarla unas calles antes de su destino era un plan macabro para asaltarla. Había tomado el taxi justamente en la tienda de su madre, por ese motivo podían creer que ella tendría algo de valor en sus bolsos o cargar dinero. En realidad nunca trae efectivo, es una gastadora compulsiva de productos innecesaria que tal vez nunca llegue a usar, como un cortador de elotes, pero ella nunca compra elotes.

Apresuró sus pasos para llegar al departamento, tenía que ver a Ariana y estar segura de que todo estaba bien, que no hizo una locura mientras no estaba, eso ya era muy tarde, sin embargo lo desconocía al igual que el hombre que se acercó rápidamente y jaló su bolso.

—¡No! — gritó asustada al sentir el tirón en su hombro.

—Suelta, zorra. — exclamó volviendo hacer el movimiento, pero Shaina se resistió.

—¡Ayuda! — estaba desesperada jalando e intentando mantenerse en pie, porque aquellos tirones estaban lastimando sus manos.

—Puta, suelta. — intentó golpearla en el rostro con lo que parecía un palo, Shaina abrió los ojos, asustada, pero petrificada por el momento. Esperó el golpe cerrando los parpados con fuerza.

—Сукин сын. —Shaina abrió los ojos cuando escuchó aquella voz. Quedó pasmada al ver a un hombre rubio deteniendo con furia aquel palo. No hubo oportunidad de reaccionar, el siguiente movimiento fue un golpe directo a la cara de su asaltante, Shaina cayó de espalda con la bolsa en las manos, el rubio tomó el palo y cundió de golpes a su asaltante que comenzó a pedir piedad, pero no había una señal que hiciera que aquello parara. Se sintió mal por el hombre, se puso de pie rápidamente...

En los Brazos de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora