12

118 8 0
                                    

Leticia abandonó aquel lugar, hecha un desastre de emociones, sentía su cuerpo sucio. Arman Bastian de nuevo la hizo sentir peor que un pañuelo desechable, pero se lo merecía por andar cayendo tan bajo, justificándose por el alcohol, no había hombre que se le negara, sin embargo, él había hecho con ella lo que quería porque así lo quiso. Caminó por aquellas escaleras, furiosa, con un sabor amargo en la garganta y una ganas de llorar de rabia. Iba tan perdida que sus tacones se atoraron en el tercer escalón antes de llegar al final.

—Te tengo... —unos brazos sostuvieron su cuerpo con cuidado. La música sonaba en todo lo alto, pero pudo escuchar aquella voz varonil. Alzó el rostro cuando la incorporó en el último escalo. Una mirada aceitunada se fijó en sus ojos, una sonrisa cálida, palideció cuando reconoció aquel hombre.

—Yo puedo sola. — intentó mostrarse como la mujer fatal que era. La diversión en aquellos labios apareció de golpe.

—Un gusto saludarla, abogada. —Leticia ni siquiera volteó a verlo, siguió su camino con el poco orgullo que le quedaba. Lev, el socio de Bastian la seguía con la mirada hasta que se perdió buscando un baño, pudo sentir que la observaba antes de entrar desesperada en la primera puerta que vio.

Quitó a las mujeres que platicaban frente al espejo, observó su rostro, el maquillaje corrido y su poca dignidad pisada. Limpió con rabia sus labios y arregló su cabello. No se permitirá que nadie más la viera así. Pero sin duda Arman Bastian se las pagaría, por humillarla.

—Lo besaste. —era la quinta vez que Shaina lo repetía igual de conmocionada. La música seguía, todos bailaban, ellas, aunque intentaban moverse en medio de todos, solo compartían risas cómplices.

—Deja de repetirlo, me da vergüenza. — golpeó su hombro.

—Vergüenza te debió de dar andar besando desconocidos, pero eres una facilota...

—¡No! Basta, que no sé dé donde saqué el valor. Ese hombre me pone nerviosa, ansiosa, me late el corazón de golpe...

—Hablas de él como si lo conocieras de antes. —dijo con duda.

—Te explicaré en el departamento.

—Ah no, nos vamos ahorita mismo, no pienso esperar tanto.

—Mejor háblame de él. —señaló hacia un rincón donde Adrik permeancia bebiendo una cerveza.

—Te soy sincera, no sé que decir, solo sé que me ha salvado dos veces.

—¿Dos veces?

—Vamos al departamento para poderte contar. —la jaló de la mano. —Camila se fue con su ruso vikingo, Leticia no sé donde esta, pero seguro con un hombre por ahí... y nosotras aquí valiendo cacahuate.

—No deberíamos dejar sola a Leticia. —declaró Ariana.

—Mira, ahí va... —Shaina exclamó y la jaló para ir detrás de ella. —¡Leticia! — gritó, pero la rubia ni siquiera volteó o las esperó. Caminó hacia la salida del lugar sin mirar atrás. —¿Qué mosca le picó a esa loca?

—Iba enojada.

—Pobre del que se le atraviese. —dijo Shaina sin medir sus pasos. —¡Perdón! — exclamó al golpear la espalda de un hombre sin querer con una de sus manos.

—¡Dannazione! —volteo vociferando. Shaina se asustó al igual que Ariana, pero la mirada de aquel hombre se relajó rápidamente.

—Fue mi culpa, lo siento tanto. —declaró afligida Shaina.

—Tranquila, bella ragazza. —enfatizó las últimas palabras. Shaina arrugó los parpados por el cambio tan repentino y la mirada filosa que le dedico.

En los Brazos de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora