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Fabrizio no soportó la incógnita que le generaba Ariana. Después de salir de la habitación caminó por el jardín acercándose a la mujer que comía plácidamente un poco de pan y mermelada.

—Es un buen día para disfrutar los rayos del sol. — declaró con cierta elegancia, pero eso no sirvió para no asustar a Ariana que casi brincó como resorte de su asiento. —Perdóname, no deseaba alarmarte...

—Hola. — saludó atragantada pasando el pan, bebió rápidamente de su té.

—Me presento, soy Fabrizio Carrozza. Se puede decir que un viejo amigo de Bastian.

—Soy Ariana, mucho gusto. — sonrió levemente y ahí estaba el parecido inigualable a Stella, pero había un detalle en particular, la juventud. Seguía siendo muy parecida, con esos ojos tintados en azul y verde. Sin embargo la esencia de esa mujer estaba en ella impregnada como un maleficio si fuera fácil de pensar.

—El gusto es mío. Te importa. — señaló la silla frente a ella. Ariana negó rápidamente, el hombre le parecía encantadoramente elegante y educado.

—¿Desea algo de tomar? —cuestionó intentando ponerse de pie, pero él alzó la mano negando.

—Realmente mi visita es breve, solo salí a tomar un poco de aire y disfrutar de este jardín.

—Es muy hermoso. — dijo con una sonrisa grande en sus labios.

—Te esperan en la puerta... — la voz de Bastian interrumpió el momento. Miró directamente a Fabrizio y aquellas palabras solo significaron un ¨lárgate¨ con educación. Ariana tensó el cuerpo al escucharlo, ni siquiera volteó a verlo directamente, giró con disimulo y eso no pasó desapercibido para Fabrizio.

—Ariana, ha sido un placer este breve encuentro. — se puso de pie andante como todo un caballero. Ella igual se levantó para esperar que se alejara, su madre la había educado de esa manera, ser respetuosa con la gente mayor. Bastian vio aquel acto con curiosidad.

Sus miradas se cruzaron, Bastian esperaba que Fabrizio siguiera avanzando hacia la entrada para continuar detrás de él. Observó un poco de mermelada en la comisura de su labio. Ariana se petrificó cuando la mano de él estuvo a centímetro y después barrió con su dedo pulgar su piel cerca del labio. Abrió los ojos con demasía al notar como los llevó a su boca y chupó.

—Fresa. — mencionó con calma al alejar su dedo. Ariana apretó el cuerpo ante semejante acto. Revivió de golpe lo que acaba de pasar en la mañana en su habitación y de nuevo su mirada se cohibió. —Sonrojada otra vez, será interesante ver tu rostro cuando te esté follando... — acercó su cara pronunciando la última palabra con devoción. Sin más que decir se retiró dejándola con el corazón palpitando y su cuerpo intentando compensar todo lo que sentía.

Bastian salió a pasos agigantados detrás de Fabrizio, pero el muy curioso observaba el pasillo, específicamente los cuadros.

—Este era el favorito de tu madre, nos costó tanto conseguirlo para su primer aniversario. — comentó, pero a Bastian le importó muy poco, simplemente continuó hacia la salida. Lo quería fuera de su casa.

—Nos veremos pronto. — aseguró Bastian.

—De eso no tengo duda. Admito que es muy hermosa, me atrevería a decir que mucho más. — expresó con confianza y eso le disgustó a Bastian.

—Lo dices por su rostro inocente. — dijo con cierto desagrado.

—Pareciera que detestas esa virtud.

—Nadie es tan inocente. — afirmó con descaro.

—Sin duda nadie puede serlo a tu alrededor. Pero si lo conserva es de admirarse. — suspiró. —Pensé que Stella sería tu esposa, habíamos hecho una apuesta entre tu padre y yo, el cascarrabias ganó.

En los Brazos de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora