Ariana sostuvo la fina tela del camisón arrugándola con sus dedos temblorosos a los costados. Eso era una declaración que su mente proceso demasiado rápido, pero que su cuerpo paró en seco, no era que la excitación hubiera pasado. Era la mirada de Bastian la que la ponía en un estado de alerta, cada sensación de su cuerpo acrecentaba, podía sentir el palpitar en su piel. Él estaba ahí esperando por ella, o estudiando su reacción.
Bastian aguardó en su despacho sin la intención de salir en ningún momento, la conversación con Fabrizio lo llevó a una parte que pocas veces se permitía tocar. Sin embargo observando a Ariana frente a él, con esa mirada confundida y suave le generaba una extraña sensación. Apretó el vaso con fuerza, nunca creyó que esa inocencia podrá hacer que tuviera una maldita erección.
Arman en su vida disfrutó de un sinfín de mujeres, pero lo común en todas ellas era la decisión a la hora de tener sexo. Ariana sé salía completamente de eso, ella parecía huir del contacto sexual, pero era una mujer que aguardaba en su interior lujuria que pedía a gritos Salir. Eran flachazos en su mirada, que ahora debajo de esos ojos angelicales brillaba con esperanza.
Estaba llegando al límite de su paciencia. Ariana seguía con esa indecisión que pegaba sus pies al suelo. Bastian bufó, aguardó en silencio.
Cruzar aquella puerta por completo era la peor decisión que debía tomar y ciertamente le parecía una tontería. Arman ofrecía algo que ha estado prohibido para ella; placer, el único sentimiento que su cuerpo abandonó. Que en esos momentos simplemente era lo único que gritaba por cada uno de sus poros.
—Cierra la puerta... —declaró Bastian tomando de nuevo de su vaso, acabando hasta con la última gota. Ariana obedeció, pero dio un paso al frente cruzando aquella barrera imaginaria que su propio cuerpo creó. Arman arrugó los parpados al notarla en ese mismo espacio, hubo decisión en su mirada y aquello le pareció curioso.
Ariana dio algunos pasos hacia él, Bastian recorrió la silla empujándose con las piernas abiertas aguardando los movimientos de ella, como un depredador a su presa, con esa mirada escrutadora. Para ella cada paso era como avanzar por piedras calientes, mojó sus labios antes de colocarse justo a dos pasos de él en su lado derecho. Bastian señaló el escritorio con uno de sus dedos.
Soportó el aire en sus pulmones, era verdad lo que esperaba de ella. Había el espacio suficiente para que se subiera de un movimiento para sentarse frente a él sobre la madera de roble. Ariana no dijo nada, simplemente se sentó temerosa mirándolo con esos ojos ávidos en deseo. El corazón le latía con fuerza, hasta la garganta. Se sentía expuesta...
Arman se puso de pie buscando de nuevo la botella de coñac para llenar ese vaso. Era un silencio que calaba, Ariana solo pudo escuchar como el primer trago pasó por la garganta de Bastian, lo observó con disimulo. Regresó a la silla, se sentía como si estuviera frente a su acusador. Era una batalla por soltar el miedo que le rondaba en la cabeza.
—Sube más. — ordenó volviendo a acomodarse contra el respaldo. Pasó su dedo pulgar por sus labios limpiando el resto del coñac. Ariana hizo caso acomodándose más al centro. Recargó las manos a los costados. —Acuéstate...
—Pero... — quiso decir algo, sin embargo la expresión de Bastian no era condescendiente. Recargó su espalda a la madera fría y miró el techo con detalle. Sintió ese nervio como cuando iba al ginecólogo. Era tonto pensar en eso o imaginar que era igual la situación, pero era lo que sentía.
—Encoge tus rodillas y abre las piernas. — la orden fue directa, seca. Ariana tenía las manos sobre su abdomen apretándolas entre ellas, fue un acto reflejo, ni siquiera sabia que las tenía ahí. Pasó hondo antes de hacer lo que él le pidió. Llevaba una pequeña pantaleta de encaje blanco que hacia juego con el camisón de seda. La falda recorrió sus muslos dejándose completamente expuestos. Bastian respiró hondo soltando un bufido al ver semejante espectáculo, la pantaleta se escondía perfectamente dividiendo la feminidad de Ariana, que estaba depilada y cuidada con bastante esmero.
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En los Brazos de la Bestia
Misterio / Suspenso¨Despertó su curiosidad, como una presa a su depredador¨ Ariana perdida en su dolor buscaría acabar con ello, cegada por el momento, recién plantada en el altar huiría para entonces encontrar el lugar perfecto para cumplir su cometido. Las cosas no...