¨Despertó su curiosidad, como una presa a su depredador¨
Ariana perdida en su dolor buscaría acabar con ello, cegada por el momento, recién plantada en el altar huiría para entonces encontrar el lugar perfecto para cumplir su cometido.
Las cosas no...
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2 semana después...
—¡Es un estúpido, mal nacido, desgraciado hijo de puta!
Catorce días habían pasado, los catorce días más largos en la vida de Ariana. Contó cada uno de esos días, los primeros tres fue una magdalena en llanto y dolor. Sin la capacidad de comer un plato completo de comida o tomar los tres litros de agua reglamentarios que se imponía desde hace ocho años, por qué, porque era una loca auto imponente. Su vida estaba llena de control, y lo había perdido. Planeo la boda a la perfección, cada detalle. Esos tres días se lamentó, creyendo que era ella la que había cometido errores.
Entre el cuarto y quinto día era una bomba de tiempo, explotaba la mínima provocación, tener que regresar los regalos de bodas con una estúpida nota de agradecimiento le era una tontería y un martirio, ¿Por qué carajos no lo hacía él? Su estúpido exprometido, exnovio, ese hombre que para ella estaba muerto. Estaba pasando por todos los estados de duelo.
El décimo día por fin vio la luz del sol, dispuesta a salir adelante, repitiéndose que era ella una mujer empoderada, decidida, fuerte y que podía salir de todo eso. Ese día bebió los litros de agua, hizo meditación, corrió en su caminadora y por último bailó un poco música árabe, esa música no era su favorita, pero el sonido le parecía placentero.
El caos llegó el decimocuarto día, donde todas las sospechas fueron reveladas de manera cruel, tosca y burda. Esos catorce días no entró a ninguna red social, pero estúpidamente terminó en su Instagram con el estómago revuelto, la furia creciendo y sus ganas de romper las cosas. Por suerte no estaba sola, o para desgracia de Shaina que no dejaba de verla caminar de un lado a otro vociferando.
—Respira Ariana, que no puedo entenderte bien. — era la cuarta vez que sé lo pedía la pelirroja. Shaina era la mayor del grupo de cinco, que ahora era cuatro. Camila venia de emergencia por mensaje suyo.
—Esos hijos de perra subieron foto juntos, juntos, en donde yo había planeado mi luna de miel y que el muy desgraciado me dijo que no le gustaba, que odiaba el frío. — lanzó el celular por los aires. —No Ariana, mejor un lugar cálido, arena y sol y la chingada... — imitó la pose de su novio y ciertamente a Shaina le causo gracia, ya que era idéntica parándose como el estúpido de Enrique. Ese pelele que tuvo suerte que alguien como Ariana pusiera sus ojos en él.
Ariana era una mujer hermosa, una bailarina con potencial, con unas piernas largas, cintura diminuta, y unos ojos con pestañas frondosas y tupidas. El cabello le llegaba en la espalda baja terminando en punta con unos rulos perfectos. Shaina siempre se preguntó qué le había visto al hermano perdido de Enrique de plaza sésamo. La puerta sonó y suspiró aliviada.
—Yo voy... — declaró, pero Ariana no tenía planes de abrir esta puerta. —Al fin llegas.
—¿A quién hay que matar? — cuestionó Camila entrando.