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—Debería ir con Ariana al baño

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—Debería ir con Ariana al baño. — indicó Camila.

—No, si vas ella solo llorara hasta el cansancio, necesita recordar que estamos aquí. — declaró Leticia.

—Creo que ha tomado demasiado, no se miraba bien. — insistió Camila, pero Shaina le dio la razón a la rubia.

—Le daremos tiempo, si ella no regresa vamos al baño. — mencionó mientras seguía moviéndose al ritmo de la música.

—Aunque tendremos visitas en tres, dos... —Shaina observó a Leticia sin entender nada.

—Que tal, bellezas. — la voz sonó sobre la música. Tuvo que moverse para poder ver y para su sorpresa eran esos tres individuos acercándose a ellas.

―Hola, extraños. — saludó Leticia. Camila los observó con recelo mientras que el chico de tatuajes le sonreía con cierto encanto.

—Perdona la educación mía. Él es Luka. — señaló al chico de cabello negro y ojos verdes que simplemente alzó la mano en saludo, podía percibir el acento aunque la música estuviera tan elevada, parecía que hablar español tampoco se le daba tan bien. —Pavel... — indicó al hombre de cabello largo, tatuajes, y con una sonrisa encantadora, saludó haciendo una pequeña reverencia. —Adrik... — tocó su pecho, era el rubio de mirada penetrante, parecía el más joven de los tres, Shaina lo observó de pies a cabeza, tan divino como lo había visto de lejos. Pero ahora le parecía demasiado menor para ella.

—Camila, Shaina... y Leticia. — indicó la rubia sin muchas atenciones.

—Iré a buscar a Ariana, creo que ya se tardó demasiado. —Camila aprovechó la oportunidad para perderse y alejarse de esos tres hombres que no le daban muy buena pinta.

Ariana parpadeó varias veces al escucharlo decir aquello con tanta seriedad, no había en su rostro una sonrisa, una mueca que le dijera que estaba tomándole el pelo, eso ocasionó que su piel se erizara

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Ariana parpadeó varias veces al escucharlo decir aquello con tanta seriedad, no había en su rostro una sonrisa, una mueca que le dijera que estaba tomándole el pelo, eso ocasionó que su piel se erizara.

Alzó la mano para tocarlo, necesitaba sacarse de su cabeza si ese hombre de porte imponente, de mirada sombría era real. De repente se volvió una urgencia, quería saber que clase de juego estaba viviendo. Él ni siquiera se movía, mantenía sumanos a los costados estudiándola con su mirada, de nuevo el azul de sus ojos resplandecía, no podía ser real. Tenía que ser su estúpido cerebro jugándole una broma. Encontrarse dos veces con el mismo sujeto no podía ser una simple coincidencia.

En los Brazos de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora