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—¿Lo conoces?

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—¿Lo conoces?

—Si eres abogado sabes perfectamente que solo debes entender una cosa, nunca, pero nunca tomes un caso contra Arman Bastian si amas tu carrera...— tomó de su copa después de ver como a lo lejos se perdía entre la gente y el caos. —Y si eres mujer, Arman Bastian te usará a su antojo, pero jamás te besará.

—Parece que lo conoces muy bien. — mencionó Shaina algo contrariada. —¿En serio no besa?

—No. — contestó secamente.

—¿Te acostaste con él? —cuestionó y Leticia bebió completamente de su copa de golpe y se sirvió una más haciendo la misma operación. —Oh por Dios, fue él, no es así.

—Calla.

—No, no... fue él, perdiste tu virginidad con él y después salió esto. — señaló de arriba abajo. —Demonios...

—¡Fue él! —exclamó Camila. —Lo recuerdo, lloraste por semanas...

—¡Basta! — dijo furiosa. —En ese tiempo no sabía separar nada, era como ustedes, ilusa...

—Que esperabas del hombre que te tomó en la sala de juntas de su despacho. Y ni siquiera te besó. Carajo, aunque sea una vez así me conformaría.

—No sabes lo que dices. Arman puede meterse en tu cabeza al grado de volverte loca.

—Tú no quedaste muy cuerda, querida.

—Estúpida, además es un hombre muy peligroso, en ese tiempo yo no sabía nada.

—¡Ángel! — exclamó dormida Ariana.

—Debemos salir de aquí. — mencionó Camila. Ariana deliraba por el alcohol, hablaba incoherencias que ninguna podía entender.

De sus queridos caballeros no hubo rastro, pero tampoco quisieron averiguar donde se metieron. Seguramente con otras mujeres dispuestas a seguirles el ritmo. Camila agradecía no ver a Pavel, ese ruso era descarado.

Leticia no podía dejar de pensar en Bastian, ese hombre no solo fue la mejor follada de su vida, la hizo sentir miserable por mucho tiempo. En cambio, él simplemente actuó como si nunca hubiera pasado. Todavía se golpea al recordar el momento en el que quiso besar sus labios y fue rechazada.

—Sin besos.

Le preguntó el por qué, que escondía detrás de ese muro, y ciertamente era algo que evitaba a toda costa con todas las mujeres que follaba. Y ellas se consolaban el ego siempre contestando lo mismo, no importaba el beso, mientras les comiera el coño con semejante proeza.

—No podrás sacarme de tus pensamientos, el no besarte es como un favor... me lo agradecerás.

Fue arrogante, un cretino, un maldito. Leticia no entendía por qué ahora aparecía en ese lugar, tenía un par de años sin ser visto por nadie, sus casos eran llevados por el despacho, un rumor corría como pólvora en su gremio, todos aseguraban que había muerto. Pero Arman Bastian no podía morir, tenía pacto con el mismo infierno, no por nada era conocido como la bestia.

En los Brazos de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora