Le hubiera gustado poder entender que estaba pasando a su alrededor con claridad, pero abría los párpados con la poca fuerza que su cuerpo le permitía, aquello que le dieron a oler la sedó muy rápido y el golpe en su frente dolía endemoniadamente. Ni siquiera pudo reaccionar a aquellas detonaciones, sentía una opresión en el pecho, la angustia acumulándose en su garganta, sin embargo no podía mover un maldito músculo, las piernas no le respondías.
Intentaron tomarla de suelo mientras aquellos disparos seguían, manoteó, no sirvió de nada, la subieron al hombro sacando el poco aire en sus pulmones, aplastando su estómago con fuerza, lo único que sintió fue como la arrojaron dentro de un auto, había otras figuras que hablan sin parar en un idioma que no entendía. El movimiento fue brusco cuando este avanzó.
—Ayuda...—soltó en un suspiro leve con las manos apretadas contra el cuerpo.
—Esto ayudará —. Escuchó a uno de ellos. Lo siguiente fue un pinchazo que desató un líquido helado en su cuerpo. Quiso forcejear, pero rápidamente perdió el conocimiento.
Lo siguiente fueron voces, ruidos que no pudo procesar, despertaba a momento y la misma voz aseguraba que le ayudaría, mientras que ese líquido seguía siendo suministrado en su cuerpo dejándola sin la oportunidad de entender o saber que pasaba a su alrededor. Abrió los ojos percatándose que una luz entraba por una diminuta ventana de ahí no hubo más.
Su mente fue la que no estuvo tranquila, pensamientos recurrentes, el día de su boda se repetía una y otra vez, ese sentimiento amargo en medio de la iglesia, lo expuesta que se sintió. Las miradas, la lastima en los ojos de los invitados. De nuevo corría por esas calles, subía por ese edificio, Bastian esperaba al filo del balcón con su mirada petulante, pero la oscuridad no le permitía ver más, corría hacia él y cada vez que intentaba tomarlo el vacío la recibía, caía a la nada despertando en el altar. Quería que todo eso se detuviera, sin embargo se sentía mareada, con ganas de vomitar.
Abrió los ojos de golpe respirando agitada, unas manos la detuvieron, manoteó y las ganas de regresar todo la hizo detenerse.
—Quiero vomitar —. Declaró angustiada llevándose una mano al estómago y otra a la boca.
—Qui —. Escuchó rápidamente, una charola apareció frente a su rostro, parecía que su estómago lo necesitaba con urgencia, el sabor ácido tomó sus cachetes y aquello solo fueron ruidos, arcadas, maldiciones acompañadas de su respiración agitada. Vomitar era lo peor del mundo, deseaba que aquello no existiera. Una mano en su frente la ayudaba a contener la fuerza del movimiento, tampoco había salido mucho de ella, si su única comida fue un café con galletas. —Ecco qua, questo ti aiuterà —. Le entregó una servilleta y un vaso con agua cuando retiró la charola.
Ariana limpió sus labios y bebió el agua, tenía mucha sed. Cerró los parpados, las lágrimas estaban acumuladas en sus pestañas por aquel esfuerzo, respiró con calma antes de abrir los ojos. Comenzó a observar el lugar con calma, la persona que la había ayudado era una mujer de mediana edad, la miraba tranquila, vestía un vestido color café y un mandil blanco, el cabello perfectamente recogido en un moño envuelto. El espacio era una habitación decorada con elegancia, las paredes mostraban un papel tapiz floreado que le parecía hermoso, los muebles eran antiguos, pero divinos, estaba en una cama sumamente cálida, acogedora y sobre todo cómoda.
—¿Dónde estoy? —cuestionó rápidamente al ver la luz del sol entrar por la venta sin tanta fuerza.
—Qui. — volvió a decir la mujer con una sonrisa en sus labios, caminó hacia una puerta señalando a que entrará. Ariana no entendía nada, pero al notar que era un baño no lo pensó dos veces, le urgía lavarse la boca, la cara, sentir el agua. Intentó ponerse de pie, pero las piernas le trastabillaron envueltas en la colcha, al ver aquello corrió a ayudarla.
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En los Brazos de la Bestia
Mistero / Thriller¨Despertó su curiosidad, como una presa a su depredador¨ Ariana perdida en su dolor buscaría acabar con ello, cegada por el momento, recién plantada en el altar huiría para entonces encontrar el lugar perfecto para cumplir su cometido. Las cosas no...