Introducción

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— El único que puede vencerme, soy yo mismo... —








Mi espalda baja reciente el golpe, he titubeado una vez más, las piernas me tiemblan y... No comprendo porqué sigo nadando en los recuerdos del pasado.


— Kuroko... Kuroko, ¿Estás bien? —


Sé que es Kagami-kun preocupado, al menos él ha podido salir del trance que nos había marcado Aomine cuando la canasta fue perfectamente perturbada por el fuerte tiro. Resultado perfecto que, nuestros intentos de detenerlo, se hicieron completamente inútiles.

— Sí. Estoy bien, Kagami-kun. —

Torpe, intento reincorporarme sobre el piso pulido y apenas lo consigo, también evito la mirada insistente del pelirrojo; se trata de la misma habilidad que ha adquirido sobre mí que puede leerme aun si yo no... me comprendo.

No perturba mi espíritu que evidentemente todos esos ánimos que grita la audiencia, asfixiantemente eufórica, no son para nosotros. Ni siquiera que Imayoshi evite que mueva un solo pie lejos suyo, o las disculpas de ese extraño chico con peinado de hongo, tampoco por el hecho de que sea el nuevo chico de Aomine-kun.






— ¡Kuroko, no! —

Cada respiro se siente incluso más largo que el propio marcador alejándose a pasos agigantados de la victoria. Muy por encima de todo, la mirada de Kagami-kun se muestra desesperada hacia mi persona. Es hasta que nos colocamos en la fila y agradecemos por el juego que, todos los recuerdos frescos se agolpan robándome la respiración durante un minuto. Aquella opresión se debe a que esta vez no he podido cumplir la promesa que le hice a Momoi-san; no solo perdí la noción del juego sino que también de mi persona.

Nadie puede consolar mejor al otro, esta derrota ha sido aplastante. Pero, Aomine-kun, no tenías porqué romperme otra vez con tus duras palabras.









— Kuroko, se necesita más que trabajo en equipo para avanzar. —

Abro un poco más los ojos, esa es mi reacción instintiva antes de mirarlo reflejando temor, pero él solo me da la espalda, no tarda mucho y se marcha dejándome completamente solo en los vestidores. Un corrientazo recorre mi espina dorsal, reconozco el miedo invadiendo lentamente cada fibra de mi ser.
La sensación es igual de cruda que la primera vez en aquél partido cuando estaba en Teiko.

¿Es que soy tan débil para que simplemente me den la espalda y se marchen sin más?
No, Kagami-kun no es como Aomine-kun, él... No me abandonaría, ¿cierto?
¿Entonces por qué... Por qué estoy llorando mientras revivo el pasado?

Memories ; AoKuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora