— Sigues siendo tan frívolo. Aunque... Es solo una cuartada, siempre ocultas lo que verdaderamente sientes. — El brillo azul, afilado, es lo único que consigo obtener dentro del oscuro gimnasio. Sus ojos están puestos en mí. Quizá hasta pareciera ridículo cómo él se asemeja a una bestia, a una pantera, para ser preciso. Siempre cauteloso, observando cualquier movimiento en falso que pudiera utilizar para su propio bienestar.
— No creo que vinieras hasta aquí para darme solo un sermón. Ya no estamos en la secundaria, ni siquiera somos amigos, o cercanos. ¿Qué quieres, gigante verde? — Una punzada de molestia se instala en el lado derecho de mi cabeza, en advertencia de una posible jaqueca si el moreno seguía con aquellos comentarios hostiles. Daiki se había vuelto insoportable incluso antes de haber salido de Teiko. Ahora, estaba más que claro que su egocentrismo lo había consumido en su totalidad.
— Tienes razón. ¿Sabes? Vine hasta aquí para decirte una sola cosa. Quizá en el fondo sí te estimé, antes de que se te fuera toda esa mierda al cerebro. — Sin poder evitarlo una suave risa escapa de mis labios, y continúo no sin antes ajustarme los lentes. — Lo estás perdiendo. Y naturalmente. ¿Quién preferiría a alguien tan déspota como tú? —
— No entiendo ni una puta palabra de lo que dices, Midorima. — Gruñe, molesto. Con la paciencia por casi acabarse.
— Personalmente he visto cómo su mirada se ilumina cada vez que lo mira. ¿No sabes de quién hablo? — Vuelvo a sonreír pero esta vez, con ligera sorna. — Al parecer, Kuroko se está enamorando de su nueva luz..., Kagami. Kagami Taiga. — Deletreo con calma para que su pequeño cerebro pudiera captar mi evidente mensaje.
Su enorme cuerpo se ha removido tan inquieto que, en un abrir y cerrar de ojos, ya lo tengo frente mío. Puedo sentir su respiración pesada a pocos centímetros de mi rostro, y el retumbar agresivo del balón al pegar contra el piso de madera pulido es... Irritante.
Aomine se había atrevido a callarme usando un balón.— No me importa Kuroko, no me interesa en lo más mínimo. ¿Te vas ya? Cierra la maldita puerta del gimnasio cuando salgas. — Y como una bestia cabritada se regresó a la oscuridad del escenario donde segundos antes yacía recostado.
— A pesar de que no me llevo bien con Kuroko, puedo asegurarte, Aomine, que me alegra ser testigo de que finalmente encontró a alguien que sí lo valora, protege y ama como realmente merece. — Esquivo una revista -más dieciocho-, la cual iba directamente hacia mi cara. No es difícil evitarla gracias a mis buenos reflejos.
— ¡Largo! — Vocifera.
Mis labios se curvan, estoy sonriendo apenas.
Cuando el crujido metálico de las puertas del gimnasio crean un breve eco, la paz de la noche se ve severamente interrumpida por estruendosos ruidos dentro. Alguien lanzaba balones con una fuerza descomunal al tablero; pateaban y tiraban cualquier cosa dentro.
Sí. Me quedé solo por morbo un momento.¿No habías superado ya a Kuroko, Aomine?
Sin más que hacer, alcanzo a ajustar mis lentes antes de emprender marcha hacia la salida de la preparatoria Tōō.
Si realmente no le importara entonces no estaría en un estado caótico, insultando a todos los posibles dioses existentes... Vaya tonto.
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Kuroko Tetsuya
— Realmente espero que no te esté perjudicando en tus entrenamientos, Kise-kun... — Mi voz casi nula lo toma desprevenido mientras salimos de haber comprado algo para cenar.
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Memories ; AoKuro
Fanfiction- El único que puede vencerme, soy yo mismo. - Kuroko Tetsuya ha intentado olvidar su pasado y continuar adelante en la preparatoria Seirin, sin embargo, cuando su antigua luz vuelve en un encuentro inesperado, revive la historia que los unió durant...