Capítulo 6: Ruptura

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— ¿No crees que has cambiado un poco, Kurokocchi? — Su voz tiembla ligeramente, supongo que es porque ha tomado la suficiente valentía para decirlo.

Tenía razón, desde aquél día no podía negar que no soy el mismo. Ahora podía ocultar mejor lo que sentía durante los partidos y eso ayudaba a dar pases completamente seguros e idóneos.

— No te desconcentres, Kise-kun. Estamos a nada de la victoria, daré mis mejores pases. —

Y tal como dije, eso ocurrió. Desplazándome a lo largo de la cancha el balón fue dirigido para cada integrante de la generación de milagros, sin embargo, Aomine-kun se llevó la mayoría de ellos porque así lo había pedido Akashi-kun antes de entrar a jugar el último cuarto del partido.

Mi pecho ya no dolía tanto como días antes. Podía ignorar el hecho de que fui rechazado sutilmente. Y ya no hacía puños las manos cada vez que los veía muy cercanos. En cambio, me había concentrado demasiado en practicar junto a los demás integrantes del equipo. Akashi-kun solía darme consejos para mejorar, Murasakibara-kun me bloqueaba y Midorima-kun me hacía imposible detener los tiros.

Quisiera que mi preocupación solo se remontara a una decepción amorosa, pero estoy seguro que mi mal presentimiento se trata de otra situación respecto al moreno.

En la banca le miro anotar su enceste número treinta y dos, y cómo los del equipo contrario ni se molestan en detenerlo. Los murmuros lo llaman por el apodo de ''monstruo'' y que es injusto en todo el sentido de la palabra jugar contra él.

Limpio un poco mi sudor y vuelvo a la cancha cuando Akashi-kun me indica.

Todos nos dimos cuenta de su cambio brutal, ya no parecía más un jugador de secundaria. El jugador estrella del equipo ahora destacaba por encima de los demás, a nadie parecía molestarle, solo a los que no tenían oportunidad de remontar el juego.

De nuevo, otra victoria aplastante de Teiko con un marcador de 121-46.

Ganar se sentía bien y es lo único que importaba, ¿verdad?

— ¡Vamos a celebrar, chicos! — La voz eufórica del rubio resuena atrayendo la atención de todos apenas salimos del estadio. Él no tarda en colgarse de mí con una gran sonrisa.

La idea no suena tan mala para ellos, después de todo, el juego los agotaba físicamente por sus descomunales habilidades. Aunque el hambre era el primero en presentarse, seguía el aburrimiento y más tarde el cansancio.

— Yo paso esta vez, adiós, chicos. — Retiro el brazo de Kise sobre mis hombros e ignoro sus súplicas y pucheros, es un poco molesto.

A unos metros delante mío solo encuentro la pizca de sorpresa en los oscuros orbes azules. Su boca apenas se movió para decir algo que jamás salió de sus labios, y por primera vez sentí lo que realmente estuvo moliendo mis pensamientos todo este tiempo.
Muy en el fondo, ellos no consideran suficiente ni importante a nadie del equipo. Sus habilidades los hace arrogantes, confiados. Y tal vez yo esté impaciente por volverme más fuerte. O quizá también los envidie por esa misma razón.

No esperaba a que Aomine viniera por mí. Últimamente ni siquiera nos íbamos juntos a casa. ¿No es gracioso que estemos distanciados si apenas hace un par de días prometimos junto al río que estaríamos el uno para el otro?

Continúo golpeando el balón contra el piso, calculo la distancia y cuando siento que es el momento perfecto lanzo el balón hacia la canasta.
Falla, nuevamente.

Me dejo caer contra el frío piso totalmente cansado tanto física como mentalmente. Llevo la mano al frente en un intento muy fugaz de tocar el cielo que ya se ha hecho nocturno solo como una señal de esperanza para mí.

Memories ; AoKuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora