"Todos los días y las noches se parecen demasiado. Si hay algo aprendí en esta ciudad es que no hay garantías. Nadie te regala nada.
Todo podía terminar terriblemente mal, pero este atraco había que ejecutarlo"
Gustavo Cerati.
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Soundtrack: "Cerca de la Revolución"— Charly Garcia, Argentina, 1984.
Abril de 2019, Madrid
— Dime por favor que estás libre— la voz serena de Alicia sorprendió a Emiliana a través de la cucaracha que tenía puesta en la oreja. La agente estaba demasiado concentrada siguiendo a Nairobi con los ojos a una distancia bastante considerable mientras oía cuántas órdenes y amenazas les daban los integrantes de la banda de Sergio a los rehenes.
Era sumamente importante para la misión policíaca oír aquellas palabras, pero Sierra decidió sacar a Nairobi y a los primates de sus compañeros del centro de su atención, para darle toda su atención a Alicia.
A pesar de estar allí hacía unas cuatro horas, a veces llegaba a irritarle Ágata y su maravilloso poder de atracción y seducción innata, pero se excusaba inteligentemente con que la bondad excesiva era lo que en verdad le molestaba de ella.
— Te escucho— susurró activando el micrófono, escapándose de la vista de todos menos de la de Tokio que la observaba desde lejos. Podía sentir el correcto instinto de que estaban bajo un arma de doble filo que en cualquier momento provocaría más de una tragedia.
— No me digas que el aburrimiento te come entera— le dijo la agente esbozando una sonrisa.
— ¿Como para que no, Emiliana? El Profesor es tan aburrido con esas densas charletas de inútil negociación— exclamó la pelirroja mientras se dedicaba a limarse sus extravagantes uñas mientras Tamayo y Prieto se miraban entre sí, compartiendo el pensamiento. — De verdad no sé qué tiene en la cabeza Raquel, no hay nada que genere más aburrimiento que ese papanatas— dijo y a Emiliana se le escapó una sonrisa mientras recostaba su espalda en la pared.
Mientras tanto, Nairobi y Bogotá dividían a los rehenes entre trabajadores e criaturas inservibles, según la agente que esperaba ansiosa y con grandes expectativas el momento de fundir el oro.
— No lo juzgo, me es imposible mantenerme entre los parámetros normales de temperatura conversando con usted, inspectora— le dijo traviesa, con una sonrisa. A Alicia, se le erizaron hasta los pelos de la nuca con aquellas palabras y notó la densidad de su propia respiración.
El hijo de Prieto que estaba oyendo la conversación a su lado, se levantó de repente y con el ceño fruncido señalando cuánto descontento tenía con aquella situación que se repetía la mayoría de las veces que Alicia y Emiliana hablaban a través de la cucaracha por más peligrosa que fuera la misión, parecían nunca tomarse en serio las situaciones y…
— No pienso soportar oír esas conversaciones de esas dos lesbianas que tanto asco me dan. ¿No tenías algo mejor que una vieja menopáusica que anda cachonda todo el tiempo con esa repugnante trastornada?— soltó entre susurros, totalmente enfadado con su rostro enrojecido.
