Madrid, España, 2011
El protagónico sol veraniego, resplandecía sobre sus cabellos y su fogoso tinte, parecían estar tramando una hoguera en la que Emiliana ansiaba arder toda su vida.
La ceremonia había transcurrido con el cálido abrazo de cada uno de los invitados y la alianza con mínimo oro, denotaba la maravillosa señal de no querer nada más en el mundo que permanecer allí y que el Banco de Madrid, se había convertido tan solo en un empleo pasivo y honorable para conseguir el mínimo dinero abocado a la mansión que pretendían construir y formar una familia.— Sé que mi regalo es un tanto insignificante de mi parte, como gobernador del Banco, siento darte un aumento de sueldo, Berrote. Pero como Mario, la persona que soy aparte de toda formalidad, te brindaría hasta la reserva nacional de España— sonreía el gobernador, con gran respeto ante su jefa de seguridad. Estaba rodeada de hombres, como acostumbraba. Su empleo en las fuerzas de seguridad, no ofrecía otra cosa.
Desde lejos, Alicia, nueva en ese mundo los veía con la curiosidad de una niña que no se animaba a hablar y preguntar cosas de la obviedad. Inevitablemente, sentía la ausencia de sus padres en el día más importante de toda su vida y los visualizaba preguntándose lo mismo que ellos.
Los guardias de seguridad del Banco de Madrid y los del grupo de las fuerzas militares, sonreían y festejaban tomando las manos de sus mujeres, totalmente relajados. Como si fuera poco haber asesinado y torturado a personas en masa horas atrás.
Aún con la alianza en su dedo, tenía tiempo para arrepentirse y dejar atrás una vida de corrupción y violencia a la que se conducía por el amor a esa argentina diez años más joven que ella, pero que le había revolucionado la vida entera.Alicia, había dejado muchas cosas atrás en su vida, entre ellas Germán, su novio de toda la vida e incluso a sus padres. No se arrepentía en lo más mínimo, justificaba a sus pensamientos como nostalgias del pasado.
El futuro llegaba, le pisaba los pies, le invadía el oxígeno y no sentía mejor manera de vivir su vida y el mañana de la mano de Emiliana, a quien le había brindado su piel, su corazón e incluso su apellido.
Le buscaba la mirada, pero la argentina estaba totalmente aturdida ante el comentario del gobernador y hasta empalidecía sin desearlo.
No podía sentirse más deificada, ella misma había desvirtuado el orden de las cosas, los objetivos y las intenciones. Podía ver el idéntico azul de sus ojos, entre la iris de su hermano, ausente y el brillo que les causaba a ambos el repatriar el oro. Aún estaba a tiempo, no importaba el avance de las circunferencias del reloj en medio de la ciudad.
El plan de infiltrarse en la vida de Alicia, simplemente se le había ido de las manos y no reflexionó ni un segundo. El tiempo, era primer factor de los conflictos entre Martín y ella, el casamiento antes de lo previsto y su marcada distancia en la que se negaba a corromper la privacidad de su comprometida para volcarla a los informes pero todo rastro del peso respecto a su hermano e incluso a su mejor amigo Andrés se borró a partir de ese día en el que al notar su amor incontrolable por alguien más que si misma, dejó a un lado su propia imagen como Dios y ama del mundo, para cederle muy dentro suyo ese lugar a Alicia, que le frenaba todo tiempo.
— ¿Qué tanto tienes para decir?— preguntó el anciano con una sonrisa, tomando una copa de sidra.
— Que es Sierra, no Berrote— le sonrió convencida, con los ojos de una adolescente enamorada. Gandía, por su parte llevaba los ojos humedecidos desde la entrega de la invitación al casamiento. Le eran pocas las manos para frenar el avance de ese tiempo de Emiliana y su vida perfecta de la que él, jamás sería parte.
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𝓐𝐆𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐒𝐈𝐄𝐑𝐑𝐀
Fanfiction"Todos los días y las noches se parecen demasiado. Si hay algo aprendí en esta ciudad es que no hay garantías. Nadie te regala nada. Todo podía terminar terriblemente mal, pero este atraco había que ejecutarlo" Gustavo Cerati. [oc female x sierra ]...