22. Comen paz

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Soundtrack:

"Comen"- WOS, Lisandro Aristimuño, Argentina, 2020.

"Lo malo de ser bueno" - El Cuarteto de Nos, Uruguay, 2012.

Madrid, España, 2019

Ningún muerto de hambre se hubiera negado a semejante manjar.
Frente a los ojos de Palermo, dormía profundamente la agente de élite por la cual todos morían por tenerla en sus manos, por descuartizar ese pálido cuello y quebrarle la sonrisa a patadas.
El karma podía respirarse, por primera vez Martín se sentía amo de hacer lo que quisiera con la vida de su hermana, cuya existencia le provocaba sufrimiento. No podía dormir tranquilo, sabiendo qué tan feliz era la persona encargada de desvirtuarle la vida.

— El hambre mata, el hambre no perdona— susurraba el argentino, con las manos detrás de su espalda, en la simulación de una oración sagrada. La negación de su cabeza, conjugaba al dolor de sus ojos brillosos, secos de tanto llanto, testigos de la sequía provocada por el ego de su hermana, por esa ausencia de todo el amor que disponía ella de parte de todos.
El veneno le ardía entre las venas y su sangre era tan lúgubre como el ambiente helado en el que se encontraban presentes. Palermo, luchaba por mantenerse en el presente, por derrotar las fortalezas de sus debilidades y los factores que habían vaciado a su corazón

Tanto pasado, perdido por el anhelo de un futuro que llegaba a sus brazos y a su firme decisión de no llorar de rodillas y temblar. Sino de erradicar la vida del demonio de sus más grandes infiernos.

Los agentes de élite apenas vestían la escasa privacidad de su ropa interior y yacían en el frío del suelo que los envolvía. La tarea siguiente era tan sencilla como atarlos a las sillas de pies y manos, del resto se encargaría Palermo. Nada podía salir mal, estaban apostando con combustión nociva pues el equipo de las fuerzas inteligentes llevaban años de profesionalización y miles de emboscadas, las cuales resolvían con el espléndido arte marcial y la fuerza lógicamente invencible de esas bestias totalmente superiores a cualquier banda criminal.

— Atalos bien, gordo. A la mina dejala que yo me encargo— decía Martín, osando del poder que le inspiraba ver el traje de Emiliana vacío en una esquina.
No podía frenar aquellas promesas a sí mismo, acerca de que pronto estaría vacío todo lo suyo pues estaría muerta en cuestión de segundos y de esa ruleta rusa que jugaba frente al órgano más inhóspito suyo, su corazón.
Helsinki tan solo lo observaba, era el único que no pondría resistencias a sus descaradas ideas. Tanto su vida como la de todos, inclusive las de Lisboa y el Profesor, serían cuestión de desecho. Sin Emiliana las esperanzas no existían, ella era fe.

— Es tu hermana— el serbio rompió el silencio, atrevido antes de que la última bala se descargara luego de tanto vacío que desprendía el caño en esa cruel y espontánea decisión.
— De sangre, Palermo— insistió.
— Bogotá dice que estuvo en guera— decidió agregar al sentir la mirada celeste e intimidante de su compañero y amante. Indirectamente, Helsinki intentaba hacerlo reflexionar pero ningún brazo daría a torcer, no habiendo sufrido como el de Palermo, tanto por el enfermo narcicismo de quien había sido causante de su baja autoestima, de todos esos desprecios abismales, de su vergüenza y peor, de la muerte del amor de su vida.

— Lo sé, Helsinki. La única guerra entre nosotros es la sangre— le sonrió, detrás de sus espaldas, unos ojos inocentes los observaban meditando por actuar.
— El amor es hermoso, no existe. Emiliana sí, y poseedora de toda la belleza que se ausenta en mí, merece la inexistencia. El mundo es un mejor lugar sin ella, créeme que lo visualicé toda la vida— soltó entre dientes, presionando su pistola con ambas manos, agitando a través del viento su supremacía.

𝓐𝐆𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐒𝐈𝐄𝐑𝐑𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora