11. Generala

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Soundtrack:

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Soundtrack:

— "Demoliendo hoteles"— Charly García, 1984, Argentina.

Madrid, España, 2019.

— Alicia, preparate, hacé lo que tengas que hacer— dijo Emiliana asomándose al living, con la mirada fija en el suelo o en algún lugar.
La pelirroja que estaba recostada en el gran sillón azul con toda la flojera del mundo, la miró sin entender— Que nos vamos— agregó en su orden, en eso que exigió un poco de mal modo.

— Ni todavía dormí la siesta, déjate de hostias cariño. Podemos ir más tarde, démosle a esos peleles un poquito de tiempo antes de morir— respondió su esposa mientras cerraba sus ojos dispuesta a dormir.

— Dije que vamos— insistió apagando el televisor con algo de enojo, haciendo que Alicia se sentara en el sillón, dándose cuenta con una sola actitud que a su esposa le pasaba algo. Que tan bien como siempre no estaba.

— No sé para qué mierda te designo cargos, si después no los valorás. Levantate de ahí y hacé algo por la patria, ¿Se puso de moda que yo ordene todo acá? Mirá es un desastre lo que hiciste, un enchastre. No tengo hijos pero te tengo a vos— se quejaba la argentina como una persona de setenta años absolutamente renegada. Quizá buscando pelea con Alicia o simplemente, pidiéndole ayuda a los gritos a su manera, para no desmoronarse siendo que su hermano estaba muriendo.

— ¿Qué coño te pasa, tía?— preguntó abriendo los ojos, con el ceño fruncido y volviendo a prender la televisión.

Emiliana respiró hondo y negó con la cabeza sin siquiera mirarla, Alicia se levantó del sillón para hablar pero la argentina la interrumpió con un abrazo fuertísimo.
Aprovechó los últimos segundos de paz con la nariz entre ese cabello pelirrojo tan suave.

Alicia se sorprendió pero no lo demostró, el que Emiliana dejase de estar a la defensiva le había costado años, por lo que simuló no sentir asombro.

— Te amo, te amo— susurró con los ojos azules humedecidos por demás, a punto de soltar las lágrimas, sabiendo que estaba por clavarle el puñal más grande de la traición al unirse a los Dalí.
— Perdón, sos la última que merece que la trate mal. Perdón— dijo aguantándose las lágrimas con fuerza, con un nudo en la garganta.

— Sé muy bien cuanto me amas, me lo haces saber todos los días, tranquila que no pasa nada, Emiliana. Todos tenemos malos días— contestó Alicia rodeando suavemente el cuerpo de la agente con sus pequeños y delgados brazos.
— Yo también te amo, cariño y nunca pero nunca te voy a dejar— aseguró Alicia, sabiendo que era el pilar de la vida de Emiliana, quien la mantenía en pie contra cualquier vendaval.

𝓐𝐆𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐒𝐈𝐄𝐑𝐑𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora