01. Pronta Entrega, por favor

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Soundtrack:
— "Pronta entrega" Virus, Argentina, 1985.

Lugar no identificado, Centro clandestino de detención, 2019.

— La perdimos, perdimos comunicación con Sierra— gritaba Antoñanzas a través de la línea en el medio de la operación, desde un paraíso en uno de los patios traseros donde la policía hacía lo mejor que le salía: Jugar sucio y torturar.

Claramente para Alicia, aquel lugar no era más que un infierno y no precisamente por estar encerrada torturando a un criminal para conseguir información, si no porque su esposa que hacía el trabajo más arriesgado, estaba sumergida en una aventura de películas con la mafia rusa. Y llevaba incomunicada, media hora exacta, sin dar señales alguna de vida ni por línea, ni mediante sus compañeros que para desgracia del delincuente que estaba en manos de Alicia, la habían perdido de vista.

Para desgracia de él porque cada minuto que pasaba sin señales de la Agente Sierra, la pelirroja que estaba como loca internamente, intensificaba las torturas al joven. Intentando callar toda esa ansiedad enorme que sentía por la incomunicación con su esposa.

Los latidos del corazón, tanto los de Alicia como los del delincuente, llevaban una carrera de frecuencias. Provocándole dolores y experiencias inimaginables al delincuente, clavándole los ojos en un desquite. En un deseo ansiado de que Emiliana saliera sana y salva y de que todas esas señales que indicaban el peor final.

Los gritos desgarradores del criminal, le despejaban un poco la mente y el corazón que querían salir corriendo y volar mágicamente hacia el lugar.

El lugar, ni siquiera sabía dónde estaba su pareja ya que ella y sus compañeros perseguían a aquellos mafiosos en un tren que recorría Europa de norte a sur.

— Alicia, así no puede hablar. Morirá en cuestión de segundos y es lo último que nos queda— advirtió el hombre que cada medio minuto, empapaba al criminal con agua hirviendo, a una temperatura tan elevada que casi rasgaba la piel hasta llegar a los huesos.

La mujer no respondió y por el aparato de comunicación en su oreja habló mientras veía a los ojos a aquel hombre que estaba negadísimo a hablar pero que no sufriría de tantas torturas si no fuera porque Emiliana estaría desaparecida en el medio de uno de los tantos operativos.

— ¿Has conseguido la comunicación con Sierra?— preguntó Alicia con la respiración honda, intentando mantenerse en eje y con esperanzas de no haber oído el final feliz.

— No, Alicia. Definitivamente la perdimos— respondió su compañero y en la cabeza de la pelirroja solo aparecían deja vúes de las veces que un compañero o compañera de Emiliana dejaba la vida en el trabajo. Deseando que el destino le diera una pronta entrega de su mujer con vida— Agente caído— dijo finalmente Antoñanzas con algo de pena, mientras que el pulgar de Alicia presionaba sin absoluta piedad ni delicadeza el aparato que le daba descargas eléctricas en la mente y en el cuerpo al delincuente. Tan nerviosa al oír esas dos palabras que el muchacho murió.

— Basura caída— suspiró prendiendo un cigarrillo, ignorando los comentarios del verdugo.
Los dedos le temblaban mientras caminaba hacia la salida para hablar con Antoñanzas, intentando como siempre, lo que le había enseñado la argentina que reinaba en su corazón, mantenerse en el eje.

Cada paso que daba y cada segundo que pasaba, sentía que se quebraba internamente y que su dolor era más grande que el que ella provocaba en los delincuentes que torturaba con absoluta crueldad.

— Ruega que Sierra esté viva porque te juro que te vas a arrepentir toda tu vida. Recuerda que tú estás ordenando el trabajo sucio y yo puedo abrir la boca en cualquier momento— le decía Alicia intentando no romperse en llanto en ese instante.

𝓐𝐆𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐒𝐈𝐄𝐑𝐑𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora