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Capitulo veinte.

DESCONOCIDO.

Oscuridad.

Sombras.

Anonimato.

Buenas palabras para describirme, las mejores diría yo.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que el sol tocó mi rostro, mucho tiempo desde que hablé con alguien que fuera ese chico o la hermosa mujer y creo que ya me volví loco de remate.

La soledad y la tranquilidad que me transmitían era reconfortante, un respiro de tranquilidad en medio de todo.

Cada segundo que pasaba era por y para el plan.

Años...

Habíamos pasado años perfeccionando cada maldito detalle de esto, desde lo más mínimo como que haríamos y en donde nos pararíamos, nuestras expresiones, hasta un plan B, C y hasta uno D por si era necesario.

Esto había tomado mucho tiempo, había ocupado la mitad de mi vida a pensar en la manera en que la mente brillante de la chica pelirroja y con problemas de ira podía beneficiarme. Fue entonces cuando, en medio de todo, la conocí.

Una mujer tan desesperada de venganza como yo.

Tan loca o incluso más que yo.

Una mujer que conocía el secreto que habitaba detrás de esa actitud rebelde y caótica de la pelirroja.

La mujer que podía ayudarme.

¿Cómo? En realidad, no importa ahora, prefiero asumir que estaba en mi destino encontrar a esa belleza en mi camino hacia la venganza y unirme a ella para planear todo lo que pasaría.

—Ella no recuerda — había mencionado en una de las innumerables ocasiones en que hablábamos de los pormenores de esto —, eso está a nuestro favor, aunque es mejor para todos que ella no me vea, eso podría activar su memoria y la llevaría a buscar en sus recuerdos.

—Entonces, ¿Qué sugieres? — le pregunté.

Que ingenuo era.

—Tú la verás — anunció y podía ver como detrás de esos ojos particularmente extraños su cabeza andaba al cien —. Es imposible que te reconozca después de lo que pasó... será perfecto.

—Claro, claro. Pero ¿Cómo demonios haremos que nos vea sin decirle quiénes somos?

Ella frunció el entrecejo por unos segundos, pensando. Luego una enorme sonrisa apareció en su rostro, iluminándola.

—¡Ya lo sé! — chilló — Cuando la conocí y... pasó todo, su madre estaba embarazada creo, parecía que tendría un hermano, es una idea muuuy vaga, pero podríamos ver como está ahora con el niño y podríamos usarlo. Sé que la hermana es una mala idea, se detestan, y los padres... no me creo que quiera salvarles el culo, más bien los dejaría morir y pagaría por verlo.

Yo también lo sabía; sabía que Lya Jones no pondría resistencia si de sus padres se trataba, incluso ayudaría a cortarles el cuello.

Claro, en ese momento no sabíamos que la estúpida chica solo respiraba por el pequeño crio, era solo una suposición. Una que terminó siendo cierta.

Un año pasó.

Un año en que estudiamos cada cosa sobre esa jodida adolescente de cabello opaco y con problemas emocionales. Un año que me tomó sacarle la maldita verdad completa a la chica que trabajaba conmigo.

Estábamos en un almacén abandonado en los límites de la ciudad, tan lejos de Cold Spring como nos era posible, pero lo suficientemente cerca para ir a diario y espiar a la pelirroja. Mi socia había llegado con comida y provisiones para la semana mientras yo revisaba una vez más los malditos planos de ese lugar en el que habíamos planeado hacerlo todo: necesitaba memorizar por completo las vías de escape o el mejor lugar para ocultar un cadáver dentro de esa mansión abandonada.

Los Cero [Secretos y mentiras #1]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora