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Capitulo nueve.

Decir que estaba perpleja era poco para lo que sentía. Andrews acababa de decir que íbamos a jugar paintball, luego de haber bebido vino como si de eso dependiera nuestra vida.

Debía ser una muy mala broma ¿verdad?

Si... a lo mejor ya tenía demasiado alcohol en el cerebro.

—¿Paintball? —pregunté, atónita.

—Si, nena. Tenemos todo lo necesario justo aquí... hay que divertirnos un rato.

¿Teníamos las armas? Esto no sonaba para nada bien. Por qué demonios yo no sabía nada sobre eso.

—Vamos, Lory —la animada voz de Zero hizo presencia después de unos minutos de silencio—. Verás que aprendes y te diviertes.

Sin decir nada más o dejarme decir algo, ambos se levantaron del sillón y caminaron hacia la habitación. Me terminé lo que quedaba de vino en mi copa y me levanté al tiempo en que los chicos volvían con tres armas y tres cascos de visera en las manos.

Era en serio, íbamos a jugar paintball estando ebrios.

¿Por qué la sola idea me ponía tan nerviosa?

—Ten —dijo Luke estirando un arma en mi dirección para que la tomara. Hice lo que me pedía al tiempo que Andrews me ponía el casco en la cabeza sin rastro de sutilidad.

Ambos parecían estar bien, cualquier rastro de ebriedad en sus expresiones había desaparecido en cuanto volvieron con las pistolas y las caretas negras en las manos. Yo, por otro lado, sentía que apenas podía mantenerme de pie.

Como mínimo debía tener unas cinco copas de vino nadando en mi organismo y si a eso le sumamos la gran cantidad de cerveza que había ingerido horas antes, solo significaba que no había muerto en el robo para ser asesinada a punta de bolas de pintura disparadas por mi entrenador y su compañero psicópata.

Solté un fuerte suspiro y los tres empezamos a caminar hacia la salida. Atravesamos la puerta y seguimos a Luke por unos cien metros hasta llegar a un campo sin muchos árboles, había restos de troncos y autos esparcidos por todas partes de manera que cabía una sola persona allí para ocultarse de los disparos. Muchas manchas de pintura de todos los colores decoraban el suelo, los troncos y todo lo que se veía de modo que supuse que no era la primera vez que esos locos hacían algo así.

—Sin equipos —propuso Luke, bastante entusiasmado. Parecía un niño al que le acababan de dar un jodido helado con esa sonrisa implantada en el rostro.

—Escucha, Lory —indicó Zero ignorando la emocionada mirada de nuestro compañero—, cada uno tiene un color diferente. Hay un contador de tiempo sobre ese árbol —señaló un enorme roble en la mitad del campo. Dirigí mi vista hacia allá y efectivamente había un contador negro amarrado en la punta—, tiene programados cincuenta minutos antes de resonar como gata en celo. En ese tiempo todos competimos contra todos y al terminar quien haya tenido más precisión es quien gana ¿entiendes?

—Es fácil nena, tu solo dispárale a la cara bonita de Zeta o a mi perfecto cuerpo —intervino Luke divertido encogiéndose de hombros—. Es todo.

Dicho eso empezó a correr en la dirección opuesta metiendo la cabeza en el casco. Segundos después lo vi saltar tras una puerta de algún auto tipo Misión Imposible antes de desaparecer de mi rango de visión.

—Ah, y otra cosa —retomó Andrews—. Más de dos minutos quieta en el mismo escondite amerita disparos sin medida de los otros dos.

Me giré para buscarlos pero era tarde, el idiota también había desaparecido sin hacer ruido y solo quedaba yo de pie en medio de todo.

Los Cero [Secretos y mentiras #1]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora