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Capitulo tres.

Que alguien me responda esto; ¿por qué mierda no había más autos en ese lugar? Pero lo que era más importante todavía, ¿Cómo carajo llegó Zero hasta ahí?

¿Estaba siguiéndome? No me extrañaría.

¿Quería morir atropellado? Era posible y tampoco me habría sorprendido.

—Quítate —demandé desde la moto con cara de pocos amigos.

Él irritante tipo solo mantenía la sonrisa en su rostro, como si esta situación de estar a punto de ser arrollado le causara gracia. Lo que confirma mi teoría de que estaba intentando morir.

O que le faltaba un tornillo.

Puse ambos pies en la tierra de nuevo y pasé uno de ellos por encima de la moto para caminar hasta él. Sus ojos seguían cada uno de mis movimientos sin vacilar.

—Te diré esto una sola vez —empecé a decir acercándome a él con los puños apretados—. Aléjate. No quiero nada que tenga que ver contigo. Acabo de confirmar que estas de manicomio así que, por favor, conformémonos con tener que vernos las caras todos los días, es suficiente castigo para mí.

—No puedes evitarlo ¿verdad? —cuestionó, ignorando totalmente mis palabras.

¿No puedo evitar qué? Este de verdad está loco.

—¿Escuchaste algo de lo que dije?

—Está en tu naturaleza, es bastante normal —su sonrisa creció un poco más, causando que un escalofrío corriera por mi columna.

—¿Mi naturaleza? —repetí perpleja— ¿Vas a decirme de que mierda estás hablando? ¿quieres que llame a una ambulancia? Seguro te golpeaste la cabeza con un ladrillo.

—Responde mi pregunta —ordenó.

¿Cuál pregunta? ¿Había preguntado algo?

—Tú la mía —debatí cruzándome de brazos.

Estábamos parados en medio de la calle teniendo una discusión sobre algo que ni siquiera entendía. ¿Mi naturaleza? ¿De qué mierda estaba hablando? Tal vez debí haberlo arrollado y no detenerme a cinco centímetros de su cuerpo en la mitad de la calle.

Si, claro que me habría gustado hacerlo.

—No tengo por qué —dijo entonces, totalmente sereno—. Y yo pregunté primero.

—Vete al diablo, mejor mueve tu trasero de ahí o te pasaré por encima, tú decides —rezongué volviendo a mi moto.

Esperaba que mis palabras y la ira que sentía le demostraran que hablaba en serio, si no se movía iba a pasarle mi moto por encima. No lo dudaba.

Unos segundos después sentí como tiraba de mi brazo para devolverme frente a él. Gracias al la mierda que no me había subido aún, de lo contrario ya habría caído de cara.

Por supuesto que me lo esperaba... más o menos.

—¿Qué mierda quieres? —escupí molesta zafándome de su agarre de un tirón.

—¿A qué hora naciste?

Su mirada cambió, ya no era de burla o de superioridad ahora era más como si intentara descifrarme. Como si buscara en mi rostro las respuestas que mi boca no le daba.

—¿Qué...?

—¿Qué a que maldita hora naciste? —repitió ahora molesto—. Solo responde.

—¿Por qué mierda te importa?

—Solo dímelo.

—A la media noche, joder. ¿Por qué mierda quieres saberlo?

Los Cero [Secretos y mentiras #1]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora