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Capitulo veintitrés.

LYA.

Vestido rojo.

Cabello negro y largo.

Tacones negros más altos que la torre Eiffel.

Esa era la imagen que recibía al estar de pie frente al espejo.

Claramente no era como si yo hubiera querido vestirme así solo porque me gustara, creo que hasta aquí ya podrán deducir que no soy una de esas.

Estaba usando ese diminuto vestido y esos enormes zapatos solamente porque de verdad era necesario; la vida de mi hermano dependía de qué tan bien pudiera simular ser otra persona, de cómo me manejara con los horripilantes harapos que llevaba encima y cuan diferente me viera, al menos físicamente.

Habíamos pasado gran parte la tarde intentando cambiar mi apariencia y la de Andrews tanto como fuera posible. Para mí, Luke había comprado tinte para cabello y entre los dos chicos lo habían aplicado como pudieron sobre mi melena, habíamos buscado un vestido en internet y de alguna manera había llegado hasta donde fuera que estábamos en menos de dos horas.

—¿Quién está listo para asistir a una elegante fiesta de antifaces? — preguntó Luke entrando a la habitación batiendo las manos en el aire con euforia.

Bueno, siquiera ese loco pelinegro había esperado a que tuviera ropa puesta antes de entrar a la habitación.

—Claramente eres el único aquí que está emocionado por ello — suspiré mientras acomodaba los aretes en mis orejas.

—Tú también deberías estarlo, fosforito — soltó y, de nuevo, tuve un escalofrío al escuchar ese sobrenombre. No me gustaba para nada. Una pequeña sonrisa torcida apareció en su semblante —. Estas un paso más cerca de esa esperada reunión familiar.

La manera en que lo dijo, como si no le importase nada lo que eso significaba. Como si habláramos de un juego.

Otro escalofrío.

Maldición.

—Luke, cierra la boca, hablo en serio — amenacé con la mirada clavada esos ojos grises a través del espejo frente a mí.

—Solo intento alivianar un poco el ambiente, nena — excusó con las manos en alto como símbolo de paz, aunque la mueca de su rostro la contradecía totalmente.

Puse los ojos en blanco y tiré de la tela del vestido hacia abajo, intentando cubrir algo más que la mitad de mi trasero. Estaba acostumbrada a andar con ropa pequeña casi siempre, la mayoría de veces llevaba solamente un short de mezclilla que no cubría mucho de mis piernas, pero era diferente a esto. De alguna manera usar un vestido me hacía sentir expuesta..., como si estuviera desnuda.

De la misma manera me hacía sentir frágil y más inútil de lo que de por sí ya era normalmente.

Odiaba usar vestidos, faldas y todo lo que tuviera alguna relación con eso.

Lo odiaba con cada célula de mi cuerpo.

Me giré hacia Luke, dándole la espalda al espejo y clavé mis ojos en los iris grises que me observan desde la cama.

—Me niego a usar esta cosa, parezco un...

Las palabras de Andrews quedaron suspendidas en el aire en cuanto sus ojos se encontraron con los míos. Su mirada recorrió cada milímetro de mi cuerpo sin pudor alguno antes de volver a posarse en mis ojos.

—Lory, te ves como un jodido ángel.

Levanté las cejas con un poco de rojo en mis mejillas.

—El rojo no parece ser el color de un ángel — giré mi cuerpo de nuevo hacia el espejo en un intento de apartar mis ojos de la increíble vista que tenía en frente y lo que esa vista provocaba en mí.

Los Cero [Secretos y mentiras #1]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora