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Capitulo veinticinco.

ZERO.

Es imposible describir lo que me recorrió en el instante en que su mano busco la mía antes de caer como saco de papas al suelo, pero casi podría ser considerada como una de las peores sensaciones de mi existencia.

Ni siquiera pude notarlo antes, solo fui consciente de todo cuando su cuerpo estrelló contra la madera que cubría el suelo de ese maldito salón.

—Lory — palmeé su mejilla intentando hacerla reaccionar, suplicándole a lo que hubiera allá arriba que ella abriera los ojos —. Lory, maldita sea, reacciona, escúchame.

A pesar de mis plegarias a los dioses en los que realmente no creía, nada funcionaba. Ella parecía estar muerta excepto por el movimiento de la arteria que su cuello descubierto dejaba ver.

—¡Llamen una ambulancia! — gritó una de las mujeres que se habían aglomerado a mi alrededor.

—¡911, Patrick, no es tan difícil! — dijo otra, reprochándole al anciano que marcaba el numero con los dedos temblorosos.

Una luz pareció encenderse en mi cerebro en medio de la algarabía. Como pude saqué mi teléfono del bolsillo y marqué el primer número que encontré.

La voz de Luke respondió al segundo tono.

—¿Cómo va todo, hermano?

—Jodido, necesito que vengas. Ahora. Lory está inconsciente y no podemos dejar que ella la vea así, puede reconocerla.

—Estoy allá en cinco minutos, trata de despertarla.

—¿Qué demonios crees que he estado haciendo? — colgué la llamada antes de darle tiempo de responder.

La incertidumbre seguía corriendo por mis venas, así que me di una bofetada tanto mental como físicamente antes de pasar mis brazos por debajo de su cuerpo y levantarlo conmigo. Necesitaba sacarla de ahí. Y rápido.

Cuando estuve de pie, listo para emprender el camino hacia la puerta una mano detuvo mi pasó. Una mano delicada y pequeña, pero que por precaución decidí no golpear.

Miré a la mujer que me agarraba el brazo, cabello castaño cayendo como cascada por sus hombros, ojos verdes y piel morena. Habría sido justo la persona en la que pondría toda mi atención de no ser porque la única que ocupaba mis pensamientos desde hacía más de un mes estaba inconsciente en mis brazos.

—Debes esperar a que llegue la ambulancia, vienen en camino — susurró como si entendiera algo de lo que en realidad pasaba.

Negué con la cabeza.

—Suélteme si quiere conservar sus dedos en buen estado — amenacé moviendo el brazo y logrando que su mano deshiciera su agarre.

Sin pensarlo durante más tiempo empecé a caminar hacia la salida a paso rápido, con los brazos lánguidos de Lory colgaban de su cuerpo.

Zeus, Atenea, Afrodita, Ares, Dios, Virgen, Ángeles, Lucifer, lo que demonios sea, hagan que vuelva.

Rogaba a cada paso que daba. Jamás había visto a esta mujer en semejante estado: el color había abandonado por completo su rostro, había sudor cubriendo su frente y haciendo que su cabello se pegara a su piel, parecía que su estructura ósea estaba constituida por plumas en lugar de huesos y musculo, pesaba lo mismo que pesa un lápiz.

—Alto ahí, caballero de brillante armadura ¿A dónde crees que vas con tanta prisa?

Apreté la mandíbula al identificar la voz, no tenía tiempo para sus estupideces, es más, podía meterse su sarcasmo por el culo.

Los Cero [Secretos y mentiras #1]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora